Crecer más de 2% en 2024

Por Giancarlo Peralta

ECONOMÍA

El estimado de crecimiento del producto bruto interno en 2% es ciertamente raquítico para un país que venía expandiendo su economía en 7% anual y reduciendo su pobreza de manera vertiginosa en el segundo lustro del siglo XXI, tal como fue resaltado por diversos medios especializados de comunicación a nivel mundial.

¿Por qué nos estancamos? Cuando habíamos empezado a soñar con un país más integrado, con un futuro más próspero, con una sociedad que generaba mejores y mayores oportunidades, nos dejamos cautivar por el discurso de la envidia y el egoísmo.  A la redistribución, aquellos que nunca generaron riqueza, la denominaron “chorreo” y propusieron que el Estado reciba una mayor tajada de los productivos para “entregarla” a los menos favorecidos.

Salvo un discurso atractivo, todo fue una ilusión.  Ninguno de quienes se auparon al poder bajo las banderas de Alejandro Toledo y luego de Ollanta Humala, seguidos por Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y Dina Boluarte se han propuesto remozar el aparato estatal. Alan García fue una excepción, los más de ocho años de residencia en Europa le sirvieron para convencerse que los mejores resultados sociales se alcanzan cuando un país cuenta con seguridad, normas estables e incrementa su capacidad productiva. Alan II hizo todo lo contrario a Alan I de 1985 a 1990, para su segundo mandato, la subversión ya había sido derrotada, respetó la Constitución Política de 1993 y respaldó la suscripción de tratados de libre comercio que abrieron las puertas de la producción nacional al mundo entero.

Como se sabe, los tratados de libre comercio son puertas de entrada y salida a los mercados de los países suscriptores.  Para que los países se beneficien deben contar con aparatos productivos sólidos y con líderes de visión de futuro, alejados del mercantilismo y dispuestos a competir.

No obstante los resultados positivos, Ollanta Humala llegó al poder con un discurso populista, gas a 12 soles, lo cual nunca se cumplió; el “oro o el agua” y, ahora, Cajamarca pasó a convertirse de la primera región productora de oro a una operadora que subsiste a duras penas porque las reservas se le van agotando y no puede incorporar otras porque los discursos de izquierda la empobrecieron. ¿Quiénes sí se beneficiaron? La burocracia estatal, tal como sucede con PetroPerú, que pide permanente apoyo al Estado para subsistir.  Es decir, todos los ciudadanos, los ricos y los pobres debemos subvencionar a un monstruo improductivo e insaciable.

Los demás gobiernos se negaron a cambiar de política, el robustecimiento del Estado los encandiló y las denuncias de corrupción fueron en aumento, como la insatisfacción ciudadana. El Perú es un país que produce riqueza, lo hizo cuando el agro contaba con una legislación competitiva que lo ha llevado a convertirse en el primer productor de muchos productos de agroexportación.  Además extrae y procesa minerales diversos, lo que le genera ingresos superiores al 20% del total del impuesto a la renta recaudado. Sin embargo, las autoridades del gobierno no son capaces de brindar seguridad a sus pobladores, tampoco de enmendar los desaguisados de sus antecesores, por eso no crecemos a un ritmo mayor.

Cuando se reclama un mayor crecimiento para el 2024, lo que se pide es condiciones favorables para atraer inversión productiva y reducir la pobreza.  En estas circunstancias, respaldar el desarrollo de los proyectos mineros resulta trascendental. Basta con analizar lo que sucede en Moquegua, en los próximos años, esta región duplicará sus ingresos con la puesta en operación de la mina Quellaveco, su antecesora es Cuajone que contribuye con el desarrollo productivo local desde 1976 y, próximamente, lo hará San Gabriel –actualmente– en construcción. En adelante, no habrá excusa alguna para dejar de hacer realidad el proyecto agroexportador de las Lomas de Ilo.

El ejemplo de Moquegua se puede replicar en todo el Perú para volver a crecer a velocidad de crucero. Recordemos que en el 2010 el PBI del país se expandió 8.7%.  Recursos hay, voluntad empresarial también. Lamentablemente, también existen indefiniciones, mediocridad y corrupción en el aparato del Estado.

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