Por: Carlos Meneses

La fiesta de La Candelaria es una celebración peruana a la que nos han guiado quienes nos enseñaron a amar a la madre de Cristo como igual queremos a nuestra patrona la Virgen de la Asunción.

Definitiva y determinantemente la devoción que los peruanos en general sienten por La Candelaria no sólo es muy antigua, sino que nos alcanza a todos, nos une en el amor y en la alegría.

Arequipa es una tierra hospitalaria que tiene como su más numerosa colonia migrante a puneños que llegaron aquí buscando progreso y desarrollo personal y trajeron la devoción por María.

Así como sentimos afecto por nuestra patrona y protectora la Virgen de la Asunción en cuya fecha singular nacimos, así también hemos recibido la que nos regalaron los puneños que por aquí llegaron, además nos enseñaron que es posible realizar procesiones danzando.

Estamos orgullosos de lo que somos, de lo que sentimos y aquí aprendimos a querer a La Candelaria, acompañarla en el día 2 de todos los febreros y a pensar en ella cuando emprendimos camino de realizaciones.

Estamos contentos, deseosos de contagiar a todo el Perú lo que sentimos por nuestras devociones por María; esta es una ciudad que obliga a respetar la fe creyente, sincera y permanente que clama al cielo un trato igualitario en la que no faltará nunca la presencia de La Candelaria.

Por todo lo anterior queremos que se haga justicia, que se conceda buen trato al sur del país donde se venera a La Candelaria y no se le niegue atención a sus hijos queridos que viven en el Altiplano.