El padre Mojica en Arequipa

Construyó un seminario para sacerdotes y un gran altar de madera en San Francisco.

Por Carlos Meneses Cornejo

El 14 de setiembre de 1886 nació en Jalisco (México) un varón al que sus padres pusieron un nombre tan largo que no era posible que figurara en los registros civiles correspondientes. Crescenciano Abel Exaltación de la Cruz José Francisco de Jesús Mojica Montenegro y Chavalín tuvo problemas para estudiar con un nombre tan largo y para colmo de males perdió a su padre siendo niño y entones se fue con su madre a ciudad de México, ahí resolvió cambiar de nombre por algo más simple como José Mojica.

Iglesia de San Francisco. (Foto: Adrián Quicaño)

José Mojica quiso estudiar agronomía y estudiaba canto en el Conservatorio Nacional de Música bajo la batuta de un maestro que había enseñado a cantar a Pedro Vargas, Hugo Avendaño, Jorge Negrete y otros grandes cantantes populares mexicanos. Era pobre, pero apuesto y consiguió grabar discos, filmar películas que sobrepasaron las 2 docenas.

Empezó a recorrer todo el mundo por su voz y su pinta de artista, alguna vez el gran cantor de ópera, Enrico Caruso cuando lo escuchó cantar en Roma lo recomendó para que lo hiciera en la ópera de Chicago, hablaba inglés, francés e italiano, montaba a caballo, bailaba, hacía atletismo.

Era gran amigo de compositores mexicanos de gran calidad con quienes recorría América y Europa, pero ocurrió algo en su vida que lo cambió totalmente.

Después de la filmación de una película que se llamó “La cruz y la espada”, al fallecer su madre renunció a sus riquezas en favor de los pobres y anunció a gente como Ernesto Lecuona, su inseparable amigo de rancheras y boleros que había decidido convertirse en sacerdote, escogió la orden franciscana y como país de residencia el Perú.

José Mojica cuando era actor y cantante.

Se vino aquí con el hábito de color marrón de la orden y un cordón blanco en costado para estudiar su nueva carrera en Cusco, después en Arequipa. Sus estudios culminaron en el convento franciscano de Lima donde impresionaba con su voz y por su afán de ayudar a los pobres.

Cuando vino a Arequipa financió el colegio Seráfico para lo cual compró un terreno en Tiabaya para dedicarlo a formar sacerdotes franciscanos, vivió en el convento de San Francisco de Arequipa antes de irse a vivir a Lima.

En el colegio Seráfico, de Tiabaya, construyó una capilla con un gran altar de madera que permaneció allí hasta que el Estado lo compró para convertirlo en un cuartel militar.

El padre Mojica trajo de Europa a 2 expertos talladores que hicieron un gran altar. Se trata de los hermanos Valentín y Domingo García Quinto quienes, también, tuvieron en Arequipa la oportunidad de restaurar el altar de la iglesia de La Compañía y hacer realidad las imágenes del Señor del Perdón que se venera en el mercado San Camilo, del Señor del Gran Poder que sale en procesión en la Semana Santa, de la Catedral y la Virgen de las Angustias que se venera en el templo de San Francisco. Los hermanos García Quinto regresaron a Europa y se dedicaron a su tarea en su país de origen.

Altar de la iglesia de San Francisco. (Foto: Adrián Quicaño)

Entre tanto, el padre Mojica se ordenó de sacerdote el 13 de julio de 1947 y el 13 de marzo en presencia y asistencia del cardenal arequipeño, Juan Gualberto Guevara, celebraron una misa juntos en una iglesia en la que se reunió tanta gente que hubo que retirar todas las bancas para permitir el ingreso de fieles.

Por entonces, José Mojica había grabado más de 100 canciones y filmado 25 películas, las últimas fueron religiosas y se dice que Santa Teresita del Niño Jesús fue quien le sugirió el cambio de vida.

Él vivió en la capital hasta su muerte y en el convento de los franciscanos en las catacumbas lo sepultaron.

Mientras que aquí en Arequipa, los franciscanos retiraron de su capilla de formación religiosa, en Tiabaya, el monumental altar. El presidente regional Juan Manuel Guillén Benavides almorzó con los franciscanos e invitado por ellos recorrió el convento, en el camino encontró desarmado y en el piso el gran altar del padre Mojica.

Guillén decidió reponerlo en la iglesia franciscana donde hasta ahora está, pero en ese entonces Instituto Nacional de Cultura (INC) observó la pretensión por considerar que no era modelo compatible con el tiempo de vida del templo ubicado a dos cuadras de la plaza mayor.

José Mojica dejó sus bienes para convertirse en un hombre de Dios.

Ante el inconveniente Guillén conviene con los franciscanos en cerrar la iglesia para realizar reparaciones internas que no fueron tales y que tenían el propósito de permitir que artesanos arequipeños montaran en altar en donde está ahora y reabriera iglesia con su altar nuevo tres meses después.

El altar tiene numerosos cuadros relacionados con la Virgen de Guadalupe que lo corona y que en algunos casos fueron pintados por el propio padre Mojica que era habilidoso en la materia. Actualmente viene siendo usado.

El padre Mojica murió asistido por franciscanos y colocados sus restos en las catacumbas del templo de Lima. Falleció el 20 de setiembre de 1974, a los 78 años.

Fray José de Guadalupe Mojica se animó a abandonar su primera vida y entonces un compositor, amigo suyo, le dedicó una canción que empezaba diciendo: “Solamente una vez…”, como forma de anunciar su decisión de hacerse sacerdote.

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