El caso Otárola no sólo es un problema de falda
Por: Carlos Meneses
En todo lo malo de lo recién pasado en política, hay de bueno la aceptación de errores cometidos y el propósito de cambiar la forma de gobierno.
La permanencia de Alberto Otárola en la presidencia del Consejo de Ministros sólo puso en evidencia la ceguera en el quehacer de un gobierno que asumió el poder cuando fracasó el intento golpista de Castillo y, teniendo la oportunidad de poner fin a la consecuencia de errores cometidos por el exmandatario, no quiso cambiar oportunamente a un gabinete debilitado y finalmente comprometido en algo que es inaceptable.
Afortunadamente, algunos ministros de Estado, como se ha podido comprobar en el decir del canciller de la República, sí han advertido la conveniencia de no dar por concluido el escándalo que provocó el señor Otárola y que ha obligado a pensar en un cambio de políticas que serán muy importantes de apreciar cuando el gabinete esté recompuesto.
Al señor Otárola hay que pedirle que arregle sus problemas personales antes de intentar nueva presencia en la vida pública y de eso se encargará él, su familia estable y la aceptación de sus errores.
El país seguirá su marcha y mejor si se asimila la lección recibida, pues estamos a punto de empezar un gran esfuerzo preelectoral que signifique esperanza de rehabilitación como Nación y de promoción a la inversión.
De lo infelizmente ocurrido no debería quedar ni recuerdo, pues avergüenza a todos lo pasado y en una hora de cambio es mejor olvidarlo, sin que eso signifique que dejen de hacerse las investigaciones, determinarse violaciones de normas y cuidarse los intereses nacionales.