REFORMA CONSTITUCIONAL

El Senado regresa

Por Carlos Hakansson

El Montonero


El retorno a la bicameralidad puede sonar innovador para los peruanos más jóvenes, pero en realidad se trata de una reforma constitucional correctora que vuelve apostar por un modelo de Congreso que forma parte de nuestra historia republicana. No obstante, la vuelta del Senado no sólo se reduce a una reforma formal, tampoco a un beneficio futuro para los actuales representantes, pues la reforma también incluye su reelección inmediata, sino la decisión política para introducir un contrapeso a los diputados y desconcentrar las competencias parlamentarias en una Cámara para llevarlas al Senado; pero con una actitud más reflexiva, que revise los proyectos de ley de los diputados y nombre a las altas autoridades previstas en la Constitución: Defensor del Pueblo, magistrados del Tribunal Constitucional, Contralor General, directores y superintendentes, entre otros. 

El Senado no será la solución a los problemas de funcionamiento del Congreso, pero es la corrección a un modelo unicameral agotado; al punto, que es probable que la consecuencia a las nefastas reformas que impidieron la reelección parlamentaria inmediata y la pérdida de la garantía de inmunidad congresal hayan sido las causas nucleares que terminaron por agotarlo. A lo largo de treinta años, los sendos proyectos de ley de reforma constitucional presentados para traer de vuelta el Congreso bicameral fueron infructuosos por varias razones: descontento ciudadano, bullying mediático y celos entre parlamentarios que se traducían en ausencia de votos suficientes. Las reformas constitucionales demandan amplios consensos, es decir, todos ganan y pierden en aras de alcanzar el bien común.

El bicameralismo ha vuelto, pero será insuficiente sin sólidos partidos políticos que lo hagan funcionar en el tiempo, además de otros ajustes no menos importantes: eliminar el voto preferencial y la elección uninominal de los parlamentarios por distrito único, entre otras, para ponerle fin a la progresiva fragmentación de la representación congresal durante el mandato legislativo. Por tanto, cabe decir que no será el final sino el principio de un camino no exento de retos y dificultades como cualquier emprendimiento en la vida.                                                    

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