La Selva. La casa común

Por: Pedro Rodríguez Chirinos – Asociación Rerum novarum.

Un viejo refrán de los indios Sioux de América del Norte resuena hoy: “El sapo no bebe toda el agua de la laguna en la que vive”. ¿No cuida su casa donde vivirá?

Selva es el terreno extenso, inculto y muy poblado de árboles o en otro sentido a la abundancia desordenada de algo. En nuestra realidad la selva es una gigantesca área de vida y el hogar de muchas tribus, nativos y paisanos nuestros. No es un lugar, es el lugar, su vida, nuestra vida.

De ella se dice amazónica porque es perteneciente al río Amazonas o a su cuenca. Está situada en nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana, así como Surinam y la Guayana Francesa.

Hablar de su riqueza, de sus pobladores, en lo cultural, la biodiversidad, como generadora de oxígeno y agua, quedaríamos cortos en este escueto espacio, pero daremos una semblanza. La Amazonía que compartimos produce el 20% del oxígeno total del planeta. Vive el 50% de toda la biodiversidad, es decir que la inmensa variedad de animales, plantas e insectos del mundo se pueden recolectar en una zona específica de nuestro mundo. El 25% de los medicamentos mundiales, ya sean de marca, genéricos o de diseño, están hechos de ingredientes de nuestras plantas amazónicas.  55 millones de galones de agua se vierten en el océano Atlántico cada segundo gracias a ella. Ello es una muestra de lo importante que es.

Hoy escuchamos con cierta recurrencia y preocupación de una o de varias leyes que la van a tocar y no proteger. Existe en esta situación la sospecha, donde priman los intereses privados a los comunes. Como la Selva es de todos y es de nadie, alguien puede afirmar que está ahí para hacer que produzca y sola se renueve. A diferencia de la minería que extrae y al final queda un hoyo y la contaminación, en cambio la selva se acaba, con lo primordial que se encuentra ahí y es la vida.

Es bueno recordar como reflexión que somos criaturas, no dueños de nada, solo administradores y en ello el himno de san Francisco de Asís:

«Alabado seas, mi Señor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, y la nube y el cielo sereno,
y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy humilde, y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte».

Hay que cuidar nuestra casa. La tierra es nuestra casa en común, la cual parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. Hay que cuidarse de los sapos que van a destruirla bajo el pretexto de progresar y dar trabajo, y bondades ofrecidas a discreción. Nuestras abuelitas decían que Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza nunca, no la provoquemos, sino ¿en dónde vamos a vivir?

comentarios en

  1. Efectivamente, cuidar nuestra amazonía es garantizar nuestra propia vida, o mejor, es garantizar nuestra sobrevivencia. Si no hay bosques no hay agua, así de simple, y así de claro. Es difícil comprender que tenemos el derecho y el deber de protejer nuestra amazonía por una cuestión de sobrevivencia ? Cómo puede, nuestro poder legislativo, alentar la minería ilegal, la tala indiscriminada, y otros, que configuran los delitos emergentes y que trae consigo inseguridad en todos los niveles ?

  2. Excelente información y reflexión para seguir viviendo con conciencia cuidando y preservando la naturaleza, la tierra nuestra casa común
    Gracias por compartir

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