La unidad de las regiones

Por: Carlos Meneses

La descentralización significa enfrentar un gran reto demorado por décadas para que el centralismo no siga haciendo más daño a los pueblos en abandono.

Es de lamentar que los gobiernos regionales reunidos inicialmente en un frente único que presidió el titular de la región Arequipa y que ahora dirige el gobernador del Cusco se encuentre dividido en sus afanes descentralistas y politizado en lo que se refiere a las políticas del gobierno central.

Lo más lamentable es que los gobernadores regionales no sólo no se pongan de acuerdo sobre cómo se puede estimular la inversión pública en las provincias y distritos, sino que uno de ellos resulta ser partícipe del escándalo que originó la propia presidenta de la República mediante el uso de varios relojes costosos de los que también, se siente orgulloso de tener el titular de la región Ayacucho.

En el caso de Arequipa y de otros regímenes de segundo nivel de gobierno se han encontrado divisiones internas, faltas de entendimiento entre los consejeros regionales para impulsar el desarrollo y conformar frentes que procuren avanzar hacia la meta específica de fomentar el empleo, reconstruir las áreas perjudicadas por las lluvias o por el secular abandono que de la zona sur han hecho los gobiernos centrales

Por eso se vio con simpatía que los gobiernos regionales formaran su asociación de gobernadores para juntos realizar una tarea de presión sobre el centralismo limeño y practicar un propósito de descentralizar la sede de cada uno de ellos en relación a las provincias conformantes de sus respectivas circunscripciones.

No se ha podido lograr esa unidad que empezó con muchos deseos para tropezar ahora con un gobierno central que está empeñado en salvarse de las críticas generales por uso indebido de las riquezas que les fueron confiadas.

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