ESTOY AQUÍ Y HE VUELTO A NACER (primera parte)
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
Hoy he aprendido a vivir de nuevo. He despertado, he corrido las cortinas de mi habitación, he abierto las ventanas de par en par y he sentido el corazón del mundo latiendo en mi pecho. He contemplado el reflejo de mi rostro en un pequeño cristal junto a la pared y he hecho un pacto con mi vida: “pase lo que pase, hoy he de sonreír”.
HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
No hay nada más que hacer, sonreír, desearle el bien a aquellos que me rodean, contemplar a mis amigos desde la lejanía y decirles mentalmente “gracias por haber compartido un momento de sus vidas”.
Cada día hemos tenido la capacidad de decidir, quizá cuando éramos más pequeños los mayores decidían muchas veces por nosotros pero si te pones a pensar y analizas conscientemente tu vida de seguro te darás cuenta de que la mayoría de veces, tú y yo, hemos tomado aquella decisión que creíamos que era la más correcta y ya lo sabes: “siempre has tomado la mejor decisión, tanto cuando acertaste como cuando fallaste, tanto cuando por frustración caíste al suelo y lloraste como cuando reíste a plenitud”. Siempre tuviste “una razón valedera” por aquello que hiciste, constructivo o no, y qué bueno que ahora te hayas dado cuenta que lo más importante en la vida es tomar decisiones, comprometerse con tu palabra, pensamiento y voluntad.
Recuerda: “solo aquel que actúa, gana; y, por supuesto, que también pierde; solo aquel que desarrolla actividades y toma decisiones puede alcanzar el gozo de la realización y puede de cada fracaso cometido recoger la ilustración del aprendizaje creador. Solo aquel que ignora la vida y que no realiza acto alguno, nunca se equivocará”.
Hoy vengo a recordarte una vez más “que fuiste creado del amor más profundo”.
También vengo a refrescar tu mente con frases de optimismo recogidas en mi infancia y que sé que las conoces porque también formaron parte del jardín naciente de tu existencia: “tú puedes”, “no te des por vencido”, “con esfuerzo pleno y confianza lograrás tus metas”, “siempre fuiste el mejor, nunca te olvides de ello”.
Cultiva tus relaciones interpersonales con palabras nobles, con frases de afecto y pensamiento de superación. Regala optimismo y alegría a aquellos que te rodean y siente que lo que haces es por amor.
Hoy, que recuerdo cada episodio de mi vida, me siento feliz, lloro un poco y sonrío, ¡no tengo nada de qué arrepentirme!, no tengo razones ciertas para cambiar alguno de aquellos eventos que se desarrollaron a lo largo de toda mi existencia. Aquellos de alboroto me inundan de gozo, los de travesuras me invitan a cantar y los que labraron estos surcos en mi rostro me demuestran que cada día tenemos algo nuevo que aprender.
Quiero humildemente que guardes unos mensajes más en tu mente que de seguro iluminarán mucho más el sendero de tu existencia: “Ningún ser humano es malo”. ¡Sí!, aún aquel que ha cometido el delito más infame; sí, también me estoy refiriendo a aquel que te ha dañado y que ha hecho sangrar de dolor tu corazón desde tu infancia hasta el día de hoy.
Todos somos buenos, pero a la vez somos seres limitados que estamos en un proceso de aprendizaje basado en el amor. Algunos sabemos un poco más del valor de la vida humana y respetamos a nuestros vecinos y agradecemos el regalo de los amigos. Otros aún no saben realmente “lo que es la vida, su vida” y cuál es su propósito en esta existencia y, por ende, lastiman y destruyen a su paso. Éstos últimos aún están en la fase inicial del aprendizaje social, necesitan de nuestra comprensión y afecto para salir adelante.
¿Te pareces difícil estimar y valorar a un ser humano que lastimó tu alma e inocencia?
Me parece coherente tu pensamiento, pero yo te pregunto, ¿el modo en que has decidido vivir te ha generado gozo pleno y realización diaria? De seguro que no y es por esa razón que lees este libro buscando una respuesta a tus preguntas diarias:
¿Por qué sufro?
¿Por qué tengo que recordar aquellos eventos de agresión infame?
Y de seguro que, lleno de frustración, llegas en un momento dado a gritar: ¡La vida no es justa!, ¿por qué me tuvo que pasar esto a mí?
La vida no es justa, nunca lo ha sido. Si la vida fuera justa no sería lo que es, sería un mundo de fantasía, de inconformidad e insatisfacción.
El mundo en el que vivimos está construido bajo el principio más bello, bajo la premisa más sublime y al amparo de la luz más brillante: el amor.
Aquel que vive amando su ser nunca consentirá que los sentimientos de venganza aniden en su mente. Aquel que ha entendido que su vida es el bien más importante que posee no se permitirá perder el tiempo en odiar a alguien o en desear la destrucción de aquellos que se jactan en destruir los sueños de aquellos que les rodean. Aquel que descubrió un amor inconmensurable en su ser de seguro que se levantará cada mañana a saludar al sol y dar gracias a Dios por el regalo maravilloso que ha descubierto y que se muestra en él.
Ha empezado a llover en este campo inmenso donde me hallo escribiendo estas palabras. Estoy sintiendo la dulzura de las gotas de lluvia en mi rostro y me alegro por haber escogido este lugar para sentarme a escribir.
Si llueve, entonces hay que gozar con ese diluvio de caricias en el cuerpo. Si hace sol, debemos sentirnos agradecidos por sentir sus tibios rayos en el alma.