La mujer Quijote
Por Fátima Carrasco
Charlotte Lennox (1723-1804) escribió “La Mujer Quijote”, uno de los veinte libros más vendidos entre 1750-1770, inspirador de obras como “Camilla”, de Fanny Burley; “Belinda”, “Angelina o La Amiga Desconocida” de Maria Edgeworth: “Northanger Abbey”, de Jane Austen (quien consideraba “La Mujer Quijote” una obra muy buena); “Mary” de Mary Wollstonecraft o “Female Quixotism”, de Tabitha Tenney.
La protagonista de “La Mujer Quijote” es Arabella, una agraciada joven, inteligente y con sentido común. Educada por un anciano padre en un entorno aislado, la joven, lectora impenitente de toda clase de novelas, pierde el norte en cierto modo. A diferencia de Don Quijote, Arabella no confunde ni distorsiona la realidad, sino que la interpreta de forma sui generis. En Arabella, una auténtica outsider, prevalecen el decoro, la dignidad, la virtud y la nobleza en las formas y la conducta, a diferencia de su envidiosa, egoísta y superficial prima Charlotte, quien, con tales rasgos de conducta sí encaja a la perfección en la sociedad. Las cómicas aventuras de Arabella transcurren en el ámbito doméstico, en su casa y el jardín, junto a personajes como su pragmática criada, versión femenina de Sancho Panza, y Glanville, su apuesto y virtuoso pretendiente, tan ingenuo y virtuoso como ella, a quien Arabella rechaza por ser dicho noviazgo un arreglo entre su padre y él.
“La Mujer Quijote” ridiculiza las convenciones sociales y analiza de forma interesante la naturaleza de la realidad, cómo personas singulares como Arabella construyen visiones diferentes a partir de un hecho, dándole un significado totalmente opuesto al real, esa es su mayor cualidad. La trama se desarrolla de forma completa y regular, con un lenguaje claro y sencillo, eficaz. También resulta novelesca la biografía su autora, de Charlotte Lennox, una prolífica escritora profesional que sentía aversión hacia las novelas sentimentales. Charlotte escribía por razones alimenticias: su esposo, editor, había delegado en ella la responsabilidad absoluta de sostener el hogar. Samuel Richardson, uno de sus fans, dijo de ella “La escritora tiene genio, tan sólo tiene 24 años y ya ha sido desgraciada”.
En un grabado de 1778 de Richard Samuel, Charlotte es una de las nueve musas vivas de Gran Bretaña, retratada junto a otras destacadas letraheridas de entonces. El sarcástico Samuel Johnson, amigo y fan suyo, afirmaba: la señora Charlotte Lennox es superior a todas ellas.
Lo cierto es que las mujeres ilustradas —y las que no lo eran— de su entorno no tenían buena opinión de ella, quizás a causa de su talento o de su carácter enérgico, que reclamaba siempre un trato de igualdad con sus colegas masculinos.
Lennox escribió un estudio crítico sobre Shakespeare, sosteniendo que este degradó las obras originales en las que se basó. Para su documentado análisis, aprendió italiano. Escribió obras teatrales: “No soy indiferente a las recompensas del teatro, si pudiera obtenerlas me ayudarían a criar a mi hijito y mi hija”, declaraba en una carta. Escribió además artículos para revistas femeninas, como The Lady´s Museum, que fundó, y dirigió, con fines lucrativo-educativos y con títulos como: “Tratado de la educación de las hijas”: previene contra la lectura de novelas perniciosas.
Debutó con un libro de poemas y luego escribió novelas como “Euphemia” —su última obra, con una protagonista por completo desengañada de la institución matrimonial en general y de las relaciones sentimentales en particular, su autorretrato-. “Harriet Stuart”, su primera novela, con una joven protagonista y su vida en Norteamérica- “Sophia”, “Henrietta”, “The Sister”, además de un volumen con sus memorias.
Nació con el nombre de Charlotte Ramsay, hija del oficial del ejército James Ramsay. Según parece, nació en Gibraltar, aunque otros la consideran nacida en Albany, Nueva York. en 1728. En 1738 vivía con su familia en Nueva York. En 1743 murió su padre y fue enviada a Inglaterra con una tía millonaria y loca —como descubriría a su llegada—, según dos distintas teorías, para ser educada o para ser deseducada, ya que su madre consideraba perjudicial su afición libresca.
Tras huir de su tía loca, logró la protección de Lady Rockingham, duquesa de New Castle y de lady Isabella Finch. En 1747 se casó con el denostado Alexander Lennox, iniciando su trayectoria profesional.
Pese a ser una escritora exitosa —La Mujer Quijote circuló por toda Europa, traducida a varios idiomas y con múltiples reediciones— conocida y protegida por sus laureados y notables colegas masculinos, Charlotte conoció siempre la precariedad financiera. En 1793 consiguió que su petición de enviar a su hijo George, un buen escritor, a Norteamérica, fuese aceptada. Él y su otra hija, Harriet Holles, murieron jóvenes. En sus últimos años, finalmente, Charlotte se separó de su esposo y solicitó una ayuda económica de la Sociedad Literaria Británica. Murió en absoluta pobreza y abandono el 4 de enero de 1804 y fue enterrada en la fosa común.