La lucha contra las drogas y nuestros jóvenes
Por: Milton J. Rojas V.
ENFOQUE
El 26 de junio se conmemoró el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, una fecha que nos invitó a reflexionar sobre los desafíos actuales y las acciones necesarias para reducir el consumo de sustancias como la cocaína. Además, este día marcó el 38º aniversario de Centro de Informacion y Educacion para la Prevencion del Abuso de Drogas (Cedro), una organización peruana comprometida en abordar este problema desde diversas perspectivas.
Desde la perspectiva de la salud, el consumo de drogas tiene un impacto significativo. Según datos del Ministerio de Salud, la dependencia al alcohol ocupa el segundo lugar en términos de años de vida saludables perdidos en hombres, mientras que la dependencia a otras sustancias se encuentra en el séptimo lugar.
Una investigación de Cedro, previa a la pandemia, reveló que el 21.6% comenzó a consumir drogas por problemas familiares. El 55% tuvo su primer contacto con las drogas a través de amigos y el 21% mediante una pareja. Además, el 36% indicó que amigos influyeron en su consumo y el 34% que la pareja participó en el inicio e intensificación del consumo.
Según la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), el alcohol, tabaco y marihuana son las sustancias más usadas por escolares de nivel secundario. El policonsumo es alarmante, con 3 de cada 10 estudiantes de drogas ilegales participando en esta práctica, especialmente combinando marihuana y cocaína.
Además, se advierte que, en Lima, Callao y otras ciudades del Perú, el acceso a drogas sintéticas, nuevas sustancias psicoactivas, opioides de prescripción médica como el fentanilo y tranquilizantes no es difícil.
Para reducir el consumo de alcohol y otras drogas en el Perú, es esencial implementar programas de prevención basados en evidencia en instituciones educativas.
Capacitar a docentes y educar a estudiantes sobre resiliencia, planes de vida y riesgos del consumo es fundamental.
Las campañas de concientización en medios digitales y redes sociales pueden llegar con más facilidad a los jóvenes. También es importante abrir más Centros de Salud Mental Comunitarios y programas de mentoría, además de ampliar el acceso a tratamientos basados en evidencia.