¿Estamos priorizando la creatividad en la educación?

Por: Patricia Espinosa

REFLEXIONES

Recuerdo mi niñez, cuando con cualquier cosa que encontraba podía inventar un juego que me entretenía toda la tarde. La creatividad siempre estuvo ahí, pero a medida que crecemos y avanzamos en el sistema educativo, parece que esta capacidad innata empieza a desvanecerse.

Hace poco se publicaron los resultados de la prueba PISA sobre pensamiento creativo, y una vez más nos mostraron que el Perú se encuentra por debajo del promedio. Esto debería encender las alarmas; sin embargo, parece que la creatividad no se valora tanto como otros aspectos. Y eso me hace cuestionar qué entendemos por educación.

Como docentes, tenemos el poder de cambiar esta situación. No se trata de dejar de lado las materias tradicionales, sino de integrarlas de manera que también fomenten la creatividad. Esta es una habilidad que puede enriquecer todas las áreas del conocimiento. En matemáticas, por ejemplo, podemos promoverla a través de problemas abiertos, permitiendo a los estudiantes explorar múltiples métodos y enfoques para dar soluciones. En ciencias, la experimentación y el descubrimiento deben estar en el centro del aprendizaje, alentando a los estudiantes a formular hipótesis y realizar experimentos que despierten su curiosidad y capacidad innovadora.

El entorno educativo también juega un papel fundamental. Necesitamos crear espacios que inviten a la colaboración y la experimentación, como centros de innovación, talleres de arte y áreas de trabajo grupales, bien equipadas que permitan a los estudiantes explorar y crear libremente.

Los maestros debemos ser facilitadores de la creatividad y alentar a los estudiantes a pensar de manera original sin temor. Un enfoque pedagógico que promueva el pensamiento crítico y la resolución de problemas es esencial. Metodologías activas, como el aprendizaje basado en proyectos, son herramientas valiosas que permiten a los estudiantes trabajar en problemas reales, desarrollar soluciones originales y ver el impacto de su creatividad en el mundo real.

Las evaluaciones también deben evolucionar. En lugar de centrarnos en la memorización y reproducción de conocimientos, hay que valorar la capacidad para pensar de manera original, desarrollar ideas innovadoras y aplicar su conocimiento en distintos contextos.

Debemos abogar por políticas educativas que prioricen su desarrollo integral, incluyendo el fomento de habilidades creativas y de pensamiento crítico. Solo así podremos preparar a nuestros estudiantes para un futuro en constante cambio, en el que la capacidad de innovar y adaptarse será más valiosa que nunca.

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