Los libros preservan las ideas que han marcado a la humanidad
Entrevista de Jiori García
Irene Vallejo sobre el poder transformador: La lectura como llave para el futuro
En esta entrevista, reflexiona sobre el poder transformador de la lectura, la necesidad de recuperar las voces olvidadas de las mujeres en la historia, y la relevancia de las bibliotecas en un contexto digital. Irene Vallejo nos invita a pensar en los libros no solo como transmisores de conocimiento, sino como vehículos para el cambio histórico y la preservación de las ideas que han marcado a la humanidad.
¿Cómo crees que la lectura puede ayudarnos a entender mejor nuestro presente y a afrontar los retos del futuro?
“Los libros y la lectura nos ponen en contacto con otras mentes. Estamos encapsulados en nuestra cabeza y es muy difícil salir de esa esfera, de nuestro punto de vista y de nuestro lugar en el mundo. La lectura nos permite dar saltos en otras direcciones, adoptar otros puntos de vista. La literatura es una forma de explorar esos temas que a veces se ocultan bajo un manto de silencio, esos temas a los que se los desprecia, se los reprimen, se les censura”.
Para Irene, todavía existen grandes lagunas de temas que no se hablan habitualmente, sin embargo, son tan esenciales para tantas personas.
“Antes era muy difícil mantener vivos los conocimientos, la cultura, las genealogías, el pasado, la memoria. Por eso tantas culturas sintieron la necesidad de inventar un sistema de escritura o por lo menos de registro de información. En América, sin contacto con Europa y Oriente Medio, aparecen los quipus o los códices mesoamericanos, era tan necesario que cada cultura ha intentado resolver ese problema a su manera”.
¿Esencialmente, ese era el objetivo? Preservar las ideas para no iniciar desde cero, sino del conocimiento acumulado con el tiempo y agregar más información para el porvenir
“Desde que existe la escritura se ha acelerado toda la tecnología y todos los avances. Tenemos testimonios y documentos históricos, además de las personas de la época que lo narran. Todo ese bagaje de lo pensado, de las experiencias históricas, de lo vivido, de los hallazgos, son un bagaje enorme para afrontar el futuro.
¿Crees que los relatos y las historias tienen un poder particular para transformar la realidad y la forma en que nos enfrentamos a ella?
“Claro. Los libros y la lectura cambian la mirada de las personas y luego son esas personas las que cambian la realidad. Es esencial lo que se dice y lo que se calla, lo que se verbaliza y lo que no se verbaliza. En todas esas polaridades nos movemos también en nuestras rebeldías, en nuestras revoluciones, en nuestros cambios, en nuestras transformaciones”.
Entonces, la influencia de los mismos es la que gatilla ese cambio a través de los años.
“Sí. Los libros son vehículos tan poderosos del cambio histórico. Y esa es la razón por la que siempre los ha perseguido la censura. Si no, no se dedicarían esfuerzos a destruirlos, controlarlos o a reescribirlos. No podemos estar diciendo ahora, en este presente, que los libros son intrascendentes porque ya nadie lee y al mismo tiempo enfrentando batallas culturales por los libros que puede o no puede haber en un colegio o en una biblioteca. O son importantes y poderosos y entonces se les persigue o son intrascendentes y entonces no tendría sentido”.
Entonces, ¿Cómo es que uno participa de ese cambio histórico?
“Narrando nuestra propia experiencia, eso nos dignifica. Como estabas contando con todos estos artefactos culturales, como la cerámica, la pintura… La representación. Eso nace de un impulso muy profundo de dejar una huella de lo que significa tu cultura y tu imaginario y cómo las personas cuyos imaginarios sobreviven Y digamos que reciben este el beneplácito de la cultura. Se dignifican inmediatamente. Por eso yo creo que cuando una persona escribe sobre su propia experiencia, cobra conciencia de su experiencia y de que es importante”.
Con respecto a la experiencia de uno mismo y de aquellos que estuvieron antes, ¿Cómo consideras que la sabiduría del pasado puede seguir guiándonos en un mundo tan acelerado por la tecnología como el actual?
“La tecnología es el vehículo de transmitir los contenidos, pero no es el fondo, no es la sustancia. Por eso digo que la escritura y los libros son la primera revolución tecnológica de la historia. Cuando hablamos de los clásicos hablamos de autores, hombres y mujeres, que se plantearon las grandes preguntas de la humanidad, que sencillamente son siempre las mismas: sobre la muerte, la trascendencia, el odio, el miedo o la justicia. Los filósofos antiguos ya se hicieron todas esas preguntas y volver a ellas nos ayuda a salir un poco de las urgencias del presente porque a veces, el árbol no nos deja ver el bosque. Estamos demasiado absortos en las polémicas, en los enfrentamientos, en el barro de la discusión, y no vemos cuáles son realmente los temas importantes”.
Ahora que mencionas a las mujeres, en varias oportunidades rescatas y visibilizas su rol a lo largo de la historia. ¿Qué desafíos encontraste al intentar recuperar esas voces olvidadas?
“He hecho un gran esfuerzo para volver a las fuentes originales y reconstruir el papel de las
mujeres que siempre han sido sistemáticamente orilladas en su rol intelectual. Necesitamos recuperar a esas mujeres del pasado para evitar que esto siga sucediendo en el presente. Hay que corregir las tradiciones que han sido manipuladas para omitir a las mujeres para asegurarnos de que esas genealogías del pasado nos protejan hoy. Y eso lo seguimos haciendo todavía, he vuelto a las fuentes antiguas y hablan de unas mujeres que, sin embargo, no están en el canon, no están en nuestros libros de historia. Esto hay que incorporarlo y va a formar parte importante de los libros. Si esta documentación no se hubiera conservado, no podría regresar a ella y encontrar estos nombres de esas mujeres que han sido silenciadas. Esta búsqueda de la verdad está siempre presente y es un reto humano enorme”.
¿Qué papel deberían jugar las bibliotecas hoy en día, sobre todo en un mundo donde el acceso a la información está tan digitalizado?
“Es tan importante insistir en el valor de los documentos, de la investigación, del conocimiento, de la educación y sobre todo de las bibliotecas. Es necesario en todos los centros educativos cuenten con una biblioteca para que la gente también se relacione directamente con los textos, con las ideas y no a través solo de versiones que pueden estar o en adulteradas, seleccionadas o mutiladas. El acceso a la lectura es importante, tiene que haber una gran red de bibliotecas públicas en todos los países para que nadie que quiera leer o que quiera estar informado que quiera ejercer ese derecho humano, se vea impedido por su origen, por su situación familiar o por donde vive”.
En una era digital, con mucha información al alcance, pero a veces con poco interés, ¿cómo ves el futuro de los libros y la lectura frente a una generación que está retomando la lectura, el cuestionamiento o la investigación?
Soy muy optimista respecto a la juventud, aunque abunda el pesimismo. Los niños y los jóvenes son los que dedican más tiempo a la lectura, hay mucha curiosidad en esas edades, hay mucho espíritu de cuestionar, y si somos capaces de estimularlo, es la vía natural hacia la lectura, ya sean electrónicos o en papel.
Existe ese interés, incluso en las redes sociales que ahora se llama un enemigo de la lectura. Mucha gente joven en Tik Tok o en Instagram tiene canales o cuentas donde anima a la gente a leer y ejercer ese sentido crítico. Tenemos que ser capaces de evitar lospeligros de las redes sociales y las nuevas tecnologías que impulsan el odio, la violencia o la polarización. Hay esperanza, también hay peligro, y tenemos que ser capaces de navegar.