La novela histórica es ficción

Por Willard Díaz

Mario Suárez es autor de varias celebradas novelas históricas, una de ellas sobre nuestro prócer Mariano Melgar. Viene de Lima en julio para dar dos conferencias sobre el tema. Aquí adelantamos algunas de sus ideas tomadas de una conversación.

¿La novela histórica es ficción? ¿Por qué? Te lo pregunto pues casi todos los autores están dispuestos a decir que es ficción, pero más tarde nos hablan de las novelas como si ellas dieran cuenta de lo que ha sucedido, como si fueran un documento que representa de un modo u otro las cosas del pasado. Si entendemos por ficción la creación verbal narrativa, lúdica, imaginaria, la creación de mundos y personajes inexistentes, hay en esos autores una contradicción entre “novela” e “histórica” que nos llama la atención.

R.: Definitivamente es ficción y solo sujeta a las reglas de la ficción y del género que se escoge, en este caso novela. Cuando algo de lo «sucedido» pasa de las páginas de la historia a la página en blanco de una novela, ya es otra «materia», adopta otra naturaleza y queda redimida de las «reglas» que le correspondían como historia. Ahora, la ficción no solo abarca personajes inexistentes, también los existentes; su ámbito es mucho más amplio

que el propuesto en la pregunta. La contradicción a la que te refieres viene planteada por los historiadores, no por los novelistas y está basada en la errónea idea de que todo «discurso histórico» está a merced de sus criterios. Por otro lado, el concepto de «pasado», al margen de historia e incluso dentro de ella puede ser una «ficción», como lo fue durante décadas el pasado de los Comentarios Reales y se asumido como historia por la Academia. La verdadera novela histórica ficciona ese concepto de pasado, no con la Historia y su «mensaje» está dirigido a la «historia oficial”.

P. El asunto parece complejo. Veamos. ¿Cuál sería la diferencia entre “personajes” de una novela y “personajes” de la vida real?

En el contexto del que hablamos, la novela histórica, hay personajes totalmente creados, inventados en la ficción, y personajes que existieron los cuales tienen una construcción semántica y sobre esa construcción «real» ficciona el narrador. Esa es la diferencia.

García Márquez dijo en una entrevista que la biografía de Bolívar era tan abundante y detallada que decidió ambientarla mientras el personaje cruzaba el Río Magdalena. Así le dio más verosimilitud a su personaje Bolívar de “El General en su laberinto”.

P.: Entiendo por qué Carlos Mata en su libro “La novela histórica” dice que es un subgénero “ambiguo” y eso lo hace el más complejo. Es fácil irse de aquí para allá y de allá para aquí. ¿Hay algún límite entre la semántica de la persona existente, la que pertenece a la ciencia de la Historia, y la semántica del personaje que llevando el mismo nombre aparece en una novela”?

R: Alonso decía cosas peores de ella. Yo entiendo «ambiguo» en el sentido que existen varios tipos de «novela histórica», desde la que glosan los «hechos históricos» con una pequeña dosis de ficción hasta las que subvierten esos «hechos». Categorización que los críticos siguen sin hacer. Pero lo importante de esa subversión no es lo «histórico» ni incumbe a los historiadores con su aparato metódico, trata de la subversión del «pasado», lo que se entiende como tal de manera personal, social o de grupo. Y los límites de todo esto los marcan la verosimilitud, la lógica interna y todas las demás características de la ficción, no la historia. “El Pueblo del Sol”, de Aguirre Morales fue, en su momento, terriblemente subversiva con el «pasado».

P: Para condimentar la conversación dime, ¿cuáles son tus novelas históricas favoritas?

R.: Las de Carpentier, sin duda; las de Margarita Yourcenar. “La Gloria de Don Ramiro” de E. Larreta es una hermosa novela. “El Hereje” de Delibes, por su castellano. Entre los narradores peruanos, José Antonio Bravo es el maestro del género, Sandro Bossio, Fernando Iwasaki, Lucía Charún, Luis Enrique Tord, Vega Seminario. A pesar de la copiosa producción, la novela histórica peruana está abandonada por la crítica.

P: ¿Tienes una idea a qué se debe esa abundancia nacional? En Arequipa también hay muchos escritores de novela histórica.

R: Mi hipótesis es que la novela histórica es un sub género que resulta efectivo en momentos de crisis política, de cuestionamiento del «pasado» cuando el presente no parece funcionar como lo esperábamos o imaginamos, entonces buscamos respuestas lanzando preguntas «hacia atrás». Está en el ADN de la novela histórica, en su origen. Y como las crisis son constantes en el Perú favorece su creación. La primera novela peruana es histórica, Gonzalo Pizarro, de Segura; Arequipa tiene ese gran fresco que es “Jorge o el hijo del Pueblo”, de Nieves y Bustamante, escrita después de unas de las tantas «guerras civiles» republicanas. También durante «los años de la violencia» se escriben mucha novela histórica, escritores de todas las generaciones, hay una convergencia sobre el sub género, muy significativa, pero no estudiada por la crítica hasta el momento.

P: Algunos dicen que debe haber 30 años de diferencia con el pasado histórico narrado, otros que bastan 15. ¿Crees que por ejemplo “Los genios” sería una novela histórica?

R: Pienso que el tiempo de diferencia debe ser mayor a 30; 15 es risible, hay hermanos que se llevan esos años de diferencia; si el mayor escribiera una novela sobre el menor, ¿acabaría siendo histórica?, no, por favor. ¿“Los genios” histórica?, de ninguna manera. Y habría que leerla para saber si es una novela.

P: Leí esto: “Pero no basta con referirnos al pasado para que nuestra novela pueda llamarse histórica. Ese pasado ha de sernos conocido o cognoscible, ha de estar registrado, cronicado, ha de ser histórico”. Es de Francisco Carrasquer, está en “Imán” y la novela histórica de Sender”. ¿Crees que el lector peruano sabe lo suficiente para notar las diferencias?

R: Carrasquer acierta disparando al bulto, de cerca y con perdigones, pero el concepto de lo «pasado» en la novela histórica, en la construcción de una ficción, no es el mismo que el que tiene en la historia como ciencia, y no hablemos del que pueda tener el de «histórico» (que parece resumir el criterio del académico como lo más importante) dentro del propio campo de la historia. Lo que para mí sí es un hecho objetivo es que cuando yo cojo un trozo de «pasado» (conocido, cognoscible, registrado, cronicado e histórico) y lo ficciono en una novela, deja de ser todo eso para convertirse en ficción y como tal, fuera de los parámetros de la historia como ciencia.

Respecto a la segunda parte de la pregunta, ni el peruano, ni el español, ni el americano ni el de ninguna parte del mundo. Por eso, este tipo de definiciones resultan inútiles.

P: ¿Y a ti, por qué te va la novela histórica?

R: Me siento cómodo en el sub género, me permite expresar lo que deseo sobre el Perú de hoy hablando del Perú de ayer, y tengo cinco mil años de historia para escoger.

P. En tu novela sobre Mariano Melgar, “El tiempo que muere entre nuestros brazos”, hallé algo que me llamó la atención. En una de las cartas de Melgar a su amigo José María Corbacho le dice: “He sabido por ella misma que no me quiere –qué difícil es escribirlo–”. Este uso del guion largo no parece de la época de Melgar. Me aproxima a la escritura por computadora. ¿Cuánta fidelidad a las formas del pasado es necesaria en una novela histórica? No digo a los temas o a la reconstrucción del ambiente, sino a las formas de la expresión.

R: Tampoco uso las reglas ortográficas de la época, no es necesario. Además, en El cuaderno de Aranjuez, que precede a la novela, ya digo que los «documentos» hallados en el fondo documental Bernardo Mendel a finales de la década del 50 del siglo pasado: » Se publican con las correcciones y actualizaciones de rigor». Ficción sobre la ficción. Pasando a la segunda parte de la pregunta. En mi caso como escritor, desde que escribí mi primer texto histórico, he intentado seguir la definición que Yourcenar da para la novela histórica: «…ha de desarrollarse en un tiempo recobrado, toma de posesión de un mundo interior». Conforme el escritor se vaya acercando a esto, más fácil le será encontrar las formas de expresión adecuadas para la novela que quiere escribir.

P: ¿Cuándo vuelves por Arequipa? Para seguir esta conversación.

R: Espero que pronto, me gustaría mucho volver a conversar contigo y con los estudiantes de Literatura de la UNSA sobre este tema, y ver si puedo influir de algún modo para que escriban novela histórica o hagan trabajo crítico sobre ella.

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