Por una educación que transforme vidas
Por Guiomar Alonso Cano

AÚN HAY RETOS

“El conocimiento tiene poder”, me dijo mi maestra cuando tenía 14 años. Esa frase cambió mi vida, pues entendí que la educación me empoderaría para enfrentar las adversidades que pasé por ser mujer indígena”, cuenta Cecilia Martínez al recordar a su profesora Marieta Rodríguez, quien la inspiró a convertirse en ingeniera agrónoma y en lideresa de su comunidad yánesha.

Julio Garay, ingeniero ayacuchano y creador de las galletas contra la anemia Nutri H, también recuerda a su profesora Irene Roca, quien “siempre estaba pendiente de que seamos responsables con nuestras tareas”.

Ellos reconocen en sus profesoras el valor de las y los docentes en la sociedad. Desde la Unesco, rendimos homenaje a las y los miles de docentes peruanos, quienes con su trabajo diario guían los aprendizajes de niños, niñas y adolescentes, inspirándolos a descubrir su vocación, construir sus identidades y, finalmente, transformar sus vidas.

En el Perú, 226 000 docentes han logrado su nombramiento desde la aprobación de la Ley de Reforma de la Carrera Pública Magisterial, en mérito a su compromiso y formación profesional. Esto garantiza mejores docentes en las aulas y una educación de calidad, inclusiva, con igualdad de oportunidades, sobre todo en contextos de precariedad y vulnerabilidad.

A pesar de estos avances, aún hay retos: según el Censo Educativo 2022, el 39% de docentes trabaja en zonas rurales, pero faltan cerca de 18 000 para atender a escuelas bilingües. Por eso es importante asegurar condiciones laborales dignas y protección social adecuada para quienes trabajan en comunidades rurales y garantizarles vivienda, subsidios para transporte, permisos remunerados para capacitaciones y cercanía con sus familias.

Asegurar una educación que transforma vidas implica, además de buenas condiciones laborales, un soporte integral al desarrollo de capacidades profesionales para atender la diversidad en las aulas y trabajar la inclusión. Los servicios de formación y acompañamiento que fortalecen la experiencia de profesores y profesoras en la adecuación del currículo a las necesidades del aula deben ir a la par de su equilibrio socioemocional, factor bastante vulnerado en la docencia por el poco reconocimiento social a su labor.

Condiciones laborales adecuadas, meritocracia de acceso y ascenso para asegurar calidad docente, además de servicios de bienestar y soporte, son claves para construir un perfil docente abierto tanto a la realidad intercultural del Perú como a la práctica de una educación inclusiva que permita a todos y todas disfrutar de su derecho a la educación, independientemente de su origen social o identidad.

Cada estudiante es hoy potencial de transformación de su comunidad y del país. Son sus maestros quienes hacen la diferencia para que ese potencial se convierta en realidad, como fue en los casos de Cecilia y Julio.

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