Que seas tú

SIN AMBAGES

Por Úrsula Angulo

El estar con el periódico en las manos o con los ojos puestos en la pantalla del televisor o, muy probablemente, del teléfono celular pareciera concedernos la facultad de asentir la cabeza a manera de anuencia o —mejor aún, y aquí, el quid de este artículo— de moverla de izquierda a derecha de forma desaprobatoria de acuerdo con lo que juzgamos inapropiado.

Son las noticias que llegan a nosotros casi sin buscarlas, pero que nos dan la satisfacción de comentarlas a manera de crítica, incluso con cierto gusto. Las noticias que describen el actuar tan reprochable de alguna figura pública —y, si es una autoridad, mucho mejor—: desde estacionarse en una zona rígida o conducir un vehículo con copas de alcohol en la sangre hasta recibir un sustancioso soborno (sí, sí, la coima).

Claro, todos coincidimos. De las autoridades no se espera nada menos que la conducta intachable, queremos ver ejemplos de principios y valores. Se necesita que las autoridades sean personas íntegras que aparezcan en los medios de comunicación para dar una opinión acertada, para hablar de sus obras —pero sin vanagloria— y para rechazar con indignación actos de corrupción; no quieres verlas en las portadas junto a algún titular que después de leerlo te arranque un “¡cómo es posible!” y un “¡pero, qué barbaridad!”.

Entonces, podríamos deducir que condenas ese actuar inapropiado porque tú muestras siempre tu determinación de hacer lo correcto. Podríamos llegar a esa deducción, pero quizá no.

Se me ocurre que si bebes unas copas, manejas tu auto tratando de reunir tus cinco sentidos para no provocar un accidente y con la esperanza de que un policía no te detenga con el alcoholímetro en su mano. Se me ocurre también que, si una mala maniobra tuya al conducir significa una multa, la esperas en silencio y no piensas en construir algunas oraciones a manera de indirectas para que el dar un soborno (sí, sí, la coima) te devuelva rápidamente a las calles de la ciudad y a tu destino final.

No es la conclusión de este artículo que no debes criticar porque tú también te equivocas. No, no, no es un “ver la paja en el ojo ajeno”. Al contrario, no hagas tú aquello que, con mucha razón, tanto criticas. Sé tú esa muestra de hacer lo correcto. Siempre serás el ejemplo para alguien. Actúa de manera apropiada, simplemente porque es lo que corresponde. Haz siempre lo apropiado, no lo fácil; así, por ejemplo, quien escuche tu crítica valorará más tus palabras, pues sabrán que lo dice quien es ejemplo de valores y principios. Vamos, que seas tú el que hace lo correcto, sí es posible y te va a gustar.

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