VITAMINA U DE LA UNIÓN

Hoy quiero compartir con ustedes una lección de vida, una lección vestida de sabiduría, magia, color, entusiasmo y alegría.
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez. – Psiquiatra
Hoy me siento distinto a todo ser creado, hoy sé que soy parte de todos y que sus historias son mis experiencias y que mis errores son motivos remozados de alegría en sus rostros. Probablemente no entiendan aquello que digo porque no estuvieron presentes en aquella clase magistral que cambió mi forma de ver el camino de la vida, aquel que se recorre y que se construye día a día.
Y hoy quiero contarles:
“Un día, más allá del bosque donde vivían los espinos y los eucaliptos, existía un valle sagrado donde solo vivían pozos. Unos más ostentosos que otros, aquellos más atrevidos, éstos más resignados y un poco más allá aquellos que dialogaban y también los que hacían silencio meditando.
Cuentan que un día llegó a aquel extraño lugar una paloma vestida de blanco y de negro, con una nota amarrada en la pata derecha que fue desprendida por el viento que pasaba a esa hora de la tarde. Uno de aquellos pozos, docto en el arte de la lectura exclamó a través de su brocal: “lo importante en el mundo no es aquello que se halla en el exterior, lo importante es todo aquello que tenemos en el interior”.
Entonces, todo cambió, y el tiempo y el espectáculo fueron distintos. Cada pozo se fue llenando de cosas (bienes materiales) y cada uno quería ser mejor que el otro. Unos se llenaron de joyas, de oro, de plata y de lujos y lucían sus riquezas con satisfacción. Otros buscaron en las creaciones humanas el objeto de su lujuria y se llenaron de electrodomésticos, computadoras, iPod y cámaras fotográficas. Más allá, los eruditos buscaron llenar su vacío interior con obras de arte, libros, enciclopedias y books.
Paso el tiempo, los días con sus diálogos de vanidad y orgullo, las noches con la necedad (meditada en silencio) de querer tener siempre más.
Cada pozo se llenó hasta no poder contener más en su interior, pero la historia no podía terminar así. Unos, insatisfechos con lo logrado, iniciaron una tarea llamada ensanchamiento, que buscaba poder albergar cada vez más bienes en su interior. Otros se dieron por satisfechos y reposaban día a día contemplando lo obtenido.
En un extremo del valle, un pozo que contemplaba el sosiego de los últimos y la avaricia de los primeros se dio cuenta de algo, si éstos y aquellos que los siguen continúan ensanchándose llegará el día en que un pozo se fundirá con otro y ese día ¡oh Dios, perderán su identidad! Habló, gritó y expuso sus alegatos a la comunidad de pozos más una voz de los codiciosos le fue devuelta con júbilo y obstinación, ¡cada pozo hace lo quiera con su vida! y claro, él no podía jugar a ser el salvador de los pozos.
Triste y resignado el pozo reflexivo volvió al silencio constructivo. Miró todo a su alrededor y se dijo, “quizá lo mejor para todos no sea crecer hacia lo ancho sino hacia lo profundo”, pero nadie había seguido ese camino. Tomó valor y decidió poner en práctica lo reflexionado, pero apenas iniciada aquella labor se dio cuenta que para llevarla a cabo debía de botar todos aquellos bienes que albergaba, al inicio desestimó aquella verdad, quiso retener sus bienes y avanzar hacia la profundidad pero no pudo, entonces, al ver que no había otro camino para seguir creciendo, una noche de luna llena y fantasía, expulsó de todo lo que había en su interior y consolidando en un solo puño sus fuerzas inició aquella tarea que había meditado tanto y avanzó y avanzó hasta que algo misterioso sucedió, ¡halló agua!, ningún pozo había tenido alguna vez agua en aquel hermoso valle sagrado. Se sorprendió por lo sucedido, sonrió, empezó a jugar con ésta, la sacó a la superficie y con el paso de las semanas las flores y más tarde los árboles crecieron a su alrededor dando mayor alegría a esa zona del valle.
Los otros pozos que habían recogido los bienes que el pozo de agua había botado de pronto empezaron a envidiar la vida que brotaba alrededor de su brocal y le pidieron el secreto, él se los dio, pero al saber que debían vaciar sus contenidos renunciaron a aquel proyecto de vida, más hubo uno solo, al otro extremo del valle que decidió seguir el ejemplo del pozo que regalaba vida con el agua que brotaba de su interior y renunciando a sus bienes excavó la roca hasta que también logró tocar agua y crear vida a su alrededor.
Ambos pozos vivían alegres con aquel bien que habían descubierto con tanto esfuerzo y renuncia hasta que descubrieron algo maravilloso: “el agua que uno disfrutaba era parte de la misma corriente que alimentaba al otro y descubrieron, además, que podían a través de esta nueva vía, profunda y mágica comunicarse, y ser ambos uno a la vez”.
La vida no fue edificada bajo la premisa de la consecución de bienes, fue ideada bajo el principio de disfrutar todo aquello que estaba al alcance de las manos y de no codiciar los bienes ajenos.
Hemos construido de manera errada la vida, vivimos atados a las necesidades materiales, a todo aquello que ofrece el mundo sin entender que muchas de las cosas que tenemos realmente no nos sirven para algo y que muchas de las cosas que anhelamos no tienen sentido alguno en nuestro organigrama existencial.
Pero ahí estamos, necesitados de ensancharnos para tener más sin llegar a comprender que lo maravilloso del ser interno no se halla en la posesión de bienes sino en tenernos a plenitud. Solo aquel que escarba más en la dura roca de su ser podrá hallar aquella agua de vida que alimente a diario sus sueños y porvenir.
Hoy entiendo que no debo de condenar mi pasado ni a aquellos que fueron sus constructores. La vida esta construía por rocas duras que debemos romper para avanzar, por experiencias difíciles que nos brindan aquella fortaleza necesaria para alcanzar el agua de los sueños. Ahora vivo enamorado de la vida y “diga lo que diga el mundo” yo seguiré creyendo en la verdad que he descubierto en lo profundo de mi ser, que soy en esencia igual a ti, igual a todos y que lo único que nos hace distintos es la cubierta que le hemos puesto a este milagro que llamamos cuerpo físico.
Ya no puedo vivir de espaldas al mundo real, ahora quiero vivir en paz, degustando el agua del saber, del saber que soy un gran ignorante que reconoce sus limitaciones y que está dispuesto a construir su sabiduría mediante la observación plena de la vida que me rodea y de las experiencias que han llenado mi interior de aprendizaje y amor.