MI HOMENAJE A MARIO VARGAS LLOSA
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes

En el año 1977 ingresamos al cuarto año de secundaria en el Colegio Nacional Deán Valdivia de Mollendo, alma mater de la provincia de Islay, institución educativa estatal, llevamos el curso de Literatura Peruana, el docente asignado fue el profesor Luis Borja (de apodo pichu), anteriormente, se desempeñó como auxiliar de educación, cuya función era preservar el orden y la disciplina; curiosamente, en ese entonces, suprimieron esta indispensable labor, acomodando, a los otrora auxiliares, en dictado de cursos como el mencionado. Fue tan torpe la decisión de eliminar la función del auxiliar de educación, que desaparecieron hasta el cargo de regente, jefe de auxiliares de educación; en nuestro caso, dicho puesto lo ejerció con autoridad respetable y eficacia disciplinaria don Germán Olivares Segura, nuestro querido “chueco Olivares”, quien, a su paso, sin gritar ni castigar, ponía orden; el alumno que lo veía venir, avisaba: “viene el chueco, viene el chueco”, en un segundo el alboroto estudiantil, cesaba, todos nos poníamos quietecitos, tranquilitos y formalitos.

Felizmente, en el primer gobierno de Alan García (1985 – 1990), retornó la función del auxiliar de educación, en los colegios, no regresó el cargo de regente; valga la ocasión para sugerir, al Ministerio de Educación, la tecnificación, profesionalización y revalorización del auxiliar de educación, dándole la denominación apropiada, por la valiosa y muy necesaria tarea de educar en disciplina de forja de conciencia, de identificación de ideales cívicos, y aceptación responsable de las reglas de los centros de estudios. Se introdujo la metodología de formar grupos de trabajo educativo de seis estudiantes, con el criterio de vecindad, es decir, según la cercanía domiciliaria de los integrantes. En relación a la asignatura de Literatura Peruana, el docente nos impartió la tarea de escoger obras literarias de autores peruanos, leerlas y exponerlas, por todo el grupo, en el aula; así se hizo todo el año lectivo. Había tres secciones, éramos del cuarto “B”, formamos el grupo, con Jose (sin acento en la e) Paredes, se encuentra en España, varias décadas; Jorge Guzmán, Ing. Civil, se desarrolla en el ámbito de las empresas de servicios de agua potable; Kiko Chávez, Ing. Agrónomo, formado en Rusia, hoy en Estados Unidos; Marco Bromley, un francófono, porque hablaba muy bien el francés, hace algunos años, estando en Canadá, se fue de este mundo; y, Enrique Zegarra, Técnico en Salud, trabajó en el Hospital de Mollendo, hoy descansa en paz.

Este grupo de adolescentes deanvaldivianos, escogió a Mario Vargas Llosa, a instancia de Jose Paredes, nos proporcionó la obra “Los cachorros”, era el libro 7 de la Colección Biblioteca Peruana, Ediciones Peisa, Lima, Perú, 1973; conformada por 65 textos. Escogimos a Vargas Llosa, porque no sólo era peruano, sino, arequipeño, nuestro paisano; nos decidimos, por Los cachorros, por ser una novela ambientada en un colegio y los protagonistas eran estudiantes, como nosotros en esa época.

El texto “Los cachorros”, lo integraba otras novelas cortas, como: Los jefes, Día domingo y otros. En forma colectiva, el grupo, leyó y expusimos “Los cachorros”; en forma individual, me incliné por el relato “Día domingo”. En el año 1977, nuestro ilustre homenajeado, publicó la novela “La tía Julia y el escribidor”, a consecuencia de ello, el autor, fue objeto de entrevistas periodísticas, algunas publicadas en el diario El Correo de Arequipa. Cumplimos a cabalidad con la tarea, tan es así, que, el docente, nos calificó para todo el año, y los compañeros de aula, nos apodaron “los filósofos”. Desde aquél lejano, leo a dicho eximio escritor; debido al deceso de nuestro Premio Nobel de Literatura 2010, recordé, lo narrado, en homenaje personal, a tan ilustre compatriota, he vuelto a leer “Los Cachorros”, “Los jefes” y “Día domingo”.

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