Que no te lo agradezcan y que no te importe
SIN AMBAGES

Si puedes ayudar, ayuda. Ayuda sin analizar a quién vas a ayudar y si esa persona te ha ayudado a ti alguna vez. Toma el ayudar como una tarea que nos corresponde como humanos, sin esperar chocolates a manera de agradecimiento; y luego escucha el “gracias” del universo y sus estrellas, que recordarán lo que hiciste y lo apuntarán en tu lista de buenas acciones. Quizá en algún momento recibas también ayuda a cambio. Solo quizá, porque la más bonita retribución debiera ser la sonrisa en tu rostro por la satisfacción que te da el haber ayudado.
Ahora estas pensando en el pesado de la oficina, ese de corbata aburrida que se sienta en el escritorio de la esquina, que nadie soporta y que nunca ayuda a nadie. También, también ayúdalo a él. Hazlo por ti, porque es lo correcto. Y quizá estás ayudando a quien más lo necesita, porque muchas veces el pesado-de-la-oficina-de-corbata-aburrida tiene muchos asuntos por resolver en casa que son, aunque no debieran serlo, el origen de su poca simpatía.
Recuerda que se enseña con el ejemplo. Es decir, está en ti enseñar; si los demás no aprenden, eso ya no es parte de tus responsabilidades. Entonces, busca tú esas oportunidades para ayudar a quien sabes que no te ayudó alguna vez. Si nada más, en su mente sabrá que actúas con nobleza; quizá no te da las gracias y se muestra como que lo que hiciste por él no es la gran cosa. No importa. Muy adentro, sabe que no actúa apropiadamente. Y, como siempre digo, no importa lo que la gente dice, importa lo que la gente sabe (que hizo bien o que hizo mal).
Vamos ahora a esas formas pequeñas de ayudar, esas que resultan muy bonitas. Como el conductor que está en la izquierda y necesita en solo unos metros voltear a la derecha y te ve y te pide que lo dejes pasar y tú, feliz, le cedes el paso y, es más, con una sonrisa hermosa de cortesía. También el peatón que necesita cruzar y tú te detienes para dejarlo pasar. La persona que vende esos caramelos que no te gustan, pero que compras porque sabes que así la vas a ayudar, y tu amabilidad y tu sonrisa la van a ayudar incluso un poquito más. Y así en tu día a día vas a encontrar muchos espacios.
Por supuesto, también sin cruceros peatonales y sin caramelos puedes ayudar mucho. Puedes prestar atención a quien tiene algo que decir, a quien necesita que alguien lo escuche; o a quien necesita que le cuentes alguna anécdota, o inventa una historia y cuéntasela, porque quizá necesita olvidar por un trocito de tiempo algún problema que no abandona su mente.
Sé esa persona que alivia con su ayuda a quien agradece y a quien no lo hace. Sé esa persona que, muy feliz, alivia con su ayuda.
