Más de 700 mil arequipeños en pobreza o en riesgo de caer en ella

Por Jorge Turpo R.

Pobreza en Arequipa aún mantiene cifras preocupantes.

LA POBREZA SUBIÓ DE 13,9 A 15,8% EL 2024


Arequipa lidera el retroceso social mientras el país apenas mejora. Actualmente hay 251 mil personas en situación de pobreza en la región y otras 452 mil en situación vulnerable para caer en pobreza.

Por momentos, basta una fiebre, un despido o una mala cosecha para que todo se venga abajo. Eso explica por qué más de 700 mil personas en Arequipa, el 44% de sus habitantes, viven hoy en la pobreza o en el borde del abismo. Aunque las cifras nacionales hablan de una ligera mejora, esta región del sur ha sufrido el mayor incremento de pobreza en todo el país, según el último reporte del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

La estadística oficial indica que 251,866 arequipeños viven ya en situación de pobreza. Pero hay otros 452 mil que, aunque no son pobres según el cálculo técnico, enfrentan tal nivel de fragilidad económica que cualquier golpe los puede empujar al fondo.

Patricio Lewis, experto en finanzas de la Red de Estudios para el Desarrollo.

“Son personas que están a solo un paso de la pobreza. Un accidente doméstico, el cierre del negocio familiar o la pérdida del empleo los puede hundir”, advierte Patricio Lewis, experto en finanzas de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES).

Mientras el Perú registró una disminución general de pobreza —del 29% en 2023 a 27.6% en 2024—, Arequipa fue una de las tres únicas regiones donde ocurrió lo contrario.

Aquí la pobreza subió de 13.9% a 15.8%. “Ese crecimiento representa más de 34 mil personas que ahora son pobres, pese a vivir en una región que solía estar entre las menos afectadas por esta problemática”, señaló Lewis.

El contraste con años anteriores es brutal. En 2019, antes de la pandemia, la pobreza en Arequipa era de apenas 6%. Hoy se ha más que duplicado. ¿Qué pasó en el camino? La respuesta está en la caída de sectores clave como la minería, la agricultura y la manufactura.

Durante 2024, el crecimiento económico regional fue de apenas 0.2%, muy por debajo del promedio nacional de 3.3%.

Lewis lo resume así: “Aunque Arequipa es una de las cinco regiones con menor pobreza, fue también la que más retrocedió. Los ingresos apenas crecieron y el aumento del costo de vida terminó anulando cualquier avance. Por eso las familias no sienten mejora alguna”.

TRABAJAR MÁS, GANAR MENOS

El ingreso per cápita no ha acompañado el aumento de precios. Para no ser considerado pobre, una persona necesita cubrir al menos S/ 454 mensuales en necesidades básicas como alimentación, transporte, educación y salud.

Para una familia de cuatro integrantes en la sierra urbana, el monto necesario se eleva a S/1,596 mensuales.

“Este dato evidencia cómo el lugar donde se vive influye directamente en el umbral mínimo para evitar la pobreza”, puntualiza Lewis.

El empleo formal, clave para revertir esta situación, sigue siendo una promesa lejana. El 98% de quienes viven en pobreza extrema en Arequipa trabaja en el sector informal. Son alrededor de 26 mil personas que no logran siquiera cubrir una canasta básica de alimentos —valorada en S/1,024 para una familia— y que tienen acceso muy limitado a servicios como agua segura o internet.

Menos del 20% de ellos tiene conexión a la red. “La informalidad no solo precariza los ingresos, también bloquea las oportunidades de acceso a salud, educación y bienestar”, sostiene Lewis.

LA POBREZA ES URBANA

A diferencia de lo que muchos creen, el 91% de la población arequipeña vive en zonas urbanas, donde el retroceso ha sido más notorio.

El problema radica en que no se desarrollan proyectos clave como Majes-Siguas II o la vía Arequipa-La Joya, que podrían dinamizar la economía regional.

También al avance de la inseguridad. La extorsión está calando en la ciudad. Hay emprendedores que han cerrado sus negocios por miedo. Y al perder su fuente de ingresos, empiezan a vivir de forma precaria.

Tampoco ayuda la incertidumbre política ni la débil presencia del Estado. La inversión privada —especialmente en sectores como el turismo o la agricultura— no despega sin reglas claras ni estabilidad.

“Para reducir la pobreza se necesita empleo formal y sostenido. Pero eso no llegará si no se recupera la confianza”, subraya Lewis.

UN PAÍS DE CONTRASTES

A nivel nacional, la pobreza sí retrocedió ligeramente. Pero los avances son desiguales. Mientras Cajamarca y Ucayali también vieron aumentar sus cifras, regiones como Huancavelica, Ayacucho y Junín lograron reducirla significativamente gracias a un mayor crecimiento económico.

En el caso de Huancavelica, por ejemplo, el PBI creció 10.4% y la pobreza bajó más de 5 puntos porcentuales.

El drama se concentra en las zonas rurales de la sierra y la selva. Allí, el 42.5% y 37% de la población, respectivamente, vive en pobreza. Sin acceso adecuado a salud, educación, agua potable o conectividad, el desarrollo se vuelve un concepto lejano.

“No basta con aumentar la inversión: hay que hacerlo de forma estratégica, cerrando brechas estructurales y priorizando a las provincias más golpeadas”, recomienda Lewis.

Recuperar el nivel de pobreza que Arequipa tenía antes de la pandemia tomará entre 10 y 20 años, según proyecciones del Instituto Peruano de Economía.

El riesgo, advierten los especialistas, es que la región siga cayendo en un espiral descendente donde la pobreza no solo aumente, sino que se haga crónica.

El mensaje es claro: no se trata solo de cifras. Detrás de cada punto porcentual hay familias que ya no pueden pagar un almuerzo completo, estudiantes que abandonan el colegio y trabajadores que cruzan el día con la angustia de no saber si podrán cubrir el alquiler o la medicina del mes. Si no se toman decisiones valientes y estructurales, el futuro de Arequipa podría ser aún más desigual que su presente.

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