Un papa humano

Por: Carlos Meneses
Los gestos humanos de León XIV evidencian que se trata de un papa diferente y muy cercano a la figura de un hombre bueno.
El papa León XIV ha tenido gestos desusados durante la ceremonia de su entronización donde se le vio recibir el saludo de ancianos cardenales a los que les permitió abrazarle. Esa fue una deferencia especial dedicada a los más ancianos miembros de la organización cardenalicia que lo eligieron para ser el santo padre.
Después el abrazo con su hermano rompió con toda costumbre vaticana evidenciando que el pontífice no es un papa como otros, sino que tiene su corazón en la mano para referirse a su familia con un cariño muy especial. Igual fue cuando se reunió con los chiclayanos que lo visitaron y habló en castellano sobre los lugares donde ejerció su ministerio en el Perú, también más de una vez les dijo que en efecto sentía la doble nacionalidad y ahora era un papa para el mundo y no solo un papa peruano o norteamericano.
“Tengo la obligación de ser un papa de la paz y de la unidad”, les dijo a los chiclayanos que lo aplaudieron. La comitiva chiclayana fue de 25 personas que incluían a 5 miembros del Consejo Regional de Lambayeque y alguna religiosa que había trabajado, en algún tiempo, con él.
El papa reiteró que sus primeras gestiones serán destinadas a conseguir paz en el mundo e insistió en su deseo de ir a Turquía donde se buscará solución para la guerra de Gaza. “Haré todo lo posible por lograr la paz en el planeta”, dijo mientras los chiclayanos lo aplaudían; sobre la cruz de Motupe que recibió como regalo prometió, a quienes fueron en la delegación, que hará todo lo posible por conseguir que la aparición del Niño Jesús en una capilla chiclayana se convierta en un lugar milagroso por lo que ocurrió alrededor del año 1600, cuando la imagen del Niño Jesús apareció en una hostia.