Madres adolescentes sin apoyo: una realidad ignorada

Por Germán Yuca Ch.

Urgen políticas públicas que brinden apoyo a madres adolescentes.

EN AREQUIPA HAY 144 FAMILIAS DE ACOGIDA TEMPORAL

En el Perú, muchas adolescentes que enfrentan embarazos no planeados también cargan con el abandono y la ausencia total de apoyo institucional. Aunque los casos de embarazo adolescente van en aumento a nivel nacional, el Estado no plantea soluciones reales para brindar acompañamiento a las madres jóvenes, lo que las deja en situación de indefensión y vulnerabilidad. Ante esta realidad, la fundación Daymara ha planteado alternativas para enfrentar una problemática cada vez más común.

Durante las últimas semanas, Daymara atendió al menos a cinco adolescentes, entre 14 y 19 años, que quedaron embarazadas durante el 2025. Ninguna contaba con una figura paterna presente en casa. Según el investigador mexicano Fernando Pliego Carrasco, más del 70 % de jóvenes criados en hogares monoparentales desarrollan conductas desadaptativas, como una fuerte dependencia emocional hacia sus parejas. La ausencia paterna, señala, deja secuelas que a menudo se evidencian en conductas de riesgo.

«No se debe estigmatizar a una madre joven, hay que ayudarla más. Hay casos en los que, por ejemplo, una adolescente de 17 años queda embarazada, pero apenas terminó la secundaria. Aún no tiene un oficio y no sabe qué hacer con su vida, pero ya tiene un niño por criar. Es importante brindar apoyo a las jóvenes en estas condiciones, porque es una etapa complicada», expresó Neldy Mendoza Flores, presidenta de la fundación Daymara y directora del Observatorio de Ciudadanía, Cultura y Desarrollo.

A esto se suma una realidad muchas veces silenciada: la madre adolescente suele criar sola a sus hijos y afrontar múltiples retos. Además de educar, alimentar y brindar bienestar a su hijo, debe mantener el hogar económicamente. Muchas veces no puede cumplir con todas las responsabilidades y se expone a situaciones de riesgo. «La madre adolescente muchas veces sigue viviendo con el dolor del abandono, pero debe sobrellevarlo para criar a su hijo», añadió Mendoza Flores.

La presidenta de Daymara explicó que, tras décadas de trabajo en Arequipa y otras regiones, han identificado patrones comunes: la mayoría de adolescentes embarazadas busca afecto y muchas inician su vida sexual en contextos de consumo de alcohol. “De cada 10 jóvenes que atendemos, 9 señalan que su primera relación sexual ocurrió bajo los efectos del alcohol”, advirtió.

Las madres jóvenes enfrentan nuevos desafíos y, muchas veces, dudan de su capacidad para criar a sus hijos. Tienen miedo de volver al colegio y no ser aceptadas. “¿Seré una buena mamá?”, “¿Podré volver a estudiar?” son preguntas frecuentes. Además, muchas mantienen relaciones disfuncionales con los padres de sus hijos, marcadas por la falta de respeto, la violencia verbal y, en algunos casos, el abuso físico.

Durante los primeros tres meses de maternidad, las madres primerizas atraviesan una etapa de adaptación al bebé y a su nueva rutina de vida. No obstante, aquellas que provienen de hogares monoparentales registran niveles de cortisol más altos, lo que repercute en la atención hacia sus hijos. En contextos de fatiga, se han identificado casos de gritos, maltrato e incluso abandono del bebé, producto del desamparo que sufre la madre.

Ante esta realidad, países como Chile y Colombia han implementado programas que ofrecen seguimiento y apoyo a madres adolescentes. En Chile existe una red colaborativa para la primera infancia que orienta sobre lactancia, alimentación y desarrollo motriz y del habla. En Medellín (Colombia), el programa MAMI —Movimiento de Apoyo a la Maternidad Inesperada— emplea “góndolas” o consultorios móviles que recorren zonas sin hospitales ni centros de salud.

Mendoza Flores cuestiona la eficacia de los programas estatales ejecutados en Perú. Sostiene que muchas políticas públicas no se adaptan a las realidades locales ni evalúan su impacto real. “No es lo mismo trabajar un programa en Arequipa que en Tumbes o en Pucallpa. Las diferencias culturales y sociales son enormes, y muchos programas no las están considerando. La atención sigue siendo masificada, sin enfoque humano ni territorial”, remarcó.

Tras la pandemia, las adolescentes muestran mayor curiosidad, pero también más temores. Mendoza advierte que las jóvenes que hoy atienden ya no son como las de 2018. “Han cambiado. Salen de una pandemia que interrumpió su desarrollo emocional y su capacidad de relacionarse”. Esto tiene consecuencias graves: el embarazo adolescente aumentó un 15 % respecto a las cifras prepandemia, lo que subraya la urgencia de brindar apoyo a las madres jóvenes.

En Arequipa existen 144 familias de acogida temporal que albergan a adolescentes expulsadas de sus casas o abandonadas por sus parejas. La fundación Daymara conecta a estas jóvenes con los hogares, les brinda alojamiento, alimentos, higiene y orientación para que retomen sus estudios o aprendan un oficio. Desde 2005, Mendoza Flores y su equipo promueven el acompañamiento afectivo y formativo a madres adolescentes. “Prevenir es clave, pero cuando ya están embarazadas, hay que ayudarlas. No se puede sancionar a quien necesita más apoyo”, concluyó.

Deja un comentario