El celular silencia a tu hijo: Cada vez más casos diagnosticados de retraso del habla

Experta subraya como causa principal la falta de estímulo.

Por Danna Felipe B.

Antes incluso de cumplir un año, tu niño ya debería decir unas cinco palabras. Las más sencillas que te puedas imaginar. “Mamá, papá, sí, no, teta…”, ejemplifica la médico especializada en neurología pediátrica Yanitza Velarde Mejía. Llegando a los 18 meses, entre 10 y 20 palabras. “Se suman dame, vamos, toma; partes del cuerpo pie, boca…”. A los dos años debería alcanzar las 50 palabras y juntarlas en oraciones bimembres: “Mamá agua, ven papá…”. A los 3 años debería superar las 80 palabras y decir frases de tres términos: “Mamá dame agua, tengo frío papá…”. Esos son los hitos del habla. ¿Y si mi pequeño no está acorde? ¿Lo estás estimulando o dejas que la tecnología cuide de él?

Por desgracia, el retraso del habla es un problema cada vez más diagnosticado en consulta médica.

¿Cuáles son los factores?

Según Velarde Mejía, el principal es la falta de estímulo. Antes que todo, recordemos que el lenguaje es una capacidad cognitiva que se aprende por imitación. La situación actual es que tanto papá como mamá trabajan. Entonces, innumerables veces el hijo o hija se queda con personas que no le estimulan el lenguaje de manera adecuada. No les hablan realmente. El menor carece de fuentes de escucha y por ende no puede imitar y desarrollar el lenguaje.

“El desarrollo de su cerebrito es desde que está en la pancita de la mamá. Hay que hablarle, explicarle, ponerle canciones que tengan un aporte a su desarrollo neurológico. Es extremadamente importante, y una vez que nazca, seguir con eso. No debemos decirles palabras sin sentido, ‘goo goo gaga’, por ejemplo; se les debe manifestar las cosas correctamente. Recuerden que el bebé aprende a través de la imitación”.

Y dentro de esta falta de estímulo, no podemos ignorar un nocivo escenario. La tecnología es la niñera del siglo XXI y está atentando contra la naturaleza social humana. El contacto con otros niños, sobre todo de su misma edad, es una herramienta muy útil en el aprendizaje del lenguaje. Entonces, hoy por hoy pasa algo similar a lo ocurrido durante la pandemia; un confinamiento que el niño en ningún momento pidió.

“En definitiva, un factor significativo para el diagnóstico de retraso en el lenguaje es que se mete al niño en un mundo digital, ya sea por medio del celular, la tablet… y lo excluye del mundo real, limitando el contacto social y por ende el desarrollo del lenguaje”.

La médico resalta que incluso antes del primer año de vida ya debería decir algunas palabras con sentido. Es decir, ver a mamá, decirle “mamá”, pero saber que se trata de mamá. Antes de eso, detalla, están con el silabeo: ma, ma, ma. Ven a mamá: ma, ma, ma; ven al gato: ma, ma, ma. Aún no le están dando un significado a ese conjunto de sílabas. A los dos años debería dejar atrás las palabras sueltas y empezar con las oraciones bimembres: “Mamá agua, ven papá…”. A los tres años, debería comenzar con frases de tres términos: “Vamos al parque papá, tengo frío mamá”.

En todo lo explicado después del silabeo, no necesariamente el niño debe tener una correcta pronunciación; solo debe tener sentido, precisa.

¿Qué pasa si mi hijo tiene más de 2 años y su diccionario de palabras es menor a 10?

Lo recomendable es ir a un neuropediatra. En caso se trate únicamente de un retraso, se aplica terapia de lenguaje, idealmente dada por logopedas o fonoaudiólogos. La médico diagnostica y monitorea el avance.

A este punto queda clara la primera recomendación de la profesional: ni bien salgan con el diagnóstico y antes de que acudan a terapia, háblale a tu hijo.

“Muestra y describe a tu hijo todo lo que ves. No solo que señale y ya se lo das. Si van a la cocina: esta es una manzana, es de color rojo. El plátano, amarillo. En la calle: este es un carro, escucha qué sonido hace. Se necesita un estímulo constante. No es ofrecerle 100 juguetes; háblale de los mismos. Vayan al parque, háblale de los perros, de los árboles, de las personas…”.

Pero también existe la posibilidad de que se trate de un caso más complejo que demanda otro tipo de trabajo. Por ejemplo, niños con trastorno del espectro autista, cuyo nivel compromete al lenguaje. Sea el caso que fuera, algo queda en claro, una intervención profesional temprana es lo mejor para tu hijo o hija.

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