Juego mejorado, jugador deteriorado

REFLEXIONES

Mesías Guevara Amasifuén

El escenario mundial está lleno de provocaciones que impactan y transforman el estilo de vida, y se producen en diversos ámbitos de la actividad humana: en lo tecnológico, comercial, financiero, artístico y deportivo.

El empresario australiano Aron D’Souza, con el respaldo de figuras como Peter Thiel y Donald Trump Jr., ha lanzado una competencia denominada Juegos mejorados, donde se prioriza el rendimiento extremo de los competidores usando dopaje, argumentando que el deporte debe evolucionar junto con la tecnología. Donde los ganadores recibirán 250 000 dólares, con un bono adicional de un millón por récords mundiales.

La propuesta ha recibido críticas de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que calificó el evento de “peligroso e irresponsable”, advirtiendo que normalizar el consumo de sustancias podría tener consecuencias fatales, como ha ocurrido en casos anteriores de dopaje extremo. Travis Tygart, de la Agencia Antidopaje de EE. UU., lo llamó “un espectáculo de circo que antepone el dinero a la salud”. Sostienen además que el uso de sustancias como esteroides y hormonas de crecimiento tiene efectos físicos (daño hepático, problemas cardíacos, desequilibrios hormonales), y también consecuencias mentales: depresión, agresividad y dependencia. La presión por ganar a toda costa, sumada al consumo de drogas potentes, podría generar un ambiente tóxico para los atletas.

Los Juegos mejorados constituyen una provocación a la reflexión del poeta romano Juvenal (siglo I d. C.) “Mente sana en cuerpo sano”, que sostiene que lo verdaderamente valioso es equilibrar virtud intelectual (mente) y salud física (cuerpo), es decir, el cultivo integral del ser humano. La frase fue adoptada por el movimiento olímpico moderno. Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos (1896), la popularizó como lema educativo, vinculándola al ideal griego de armonía entre cuerpo y espíritu. Los Juegos mejorados traicionan el espíritu de la frase: mientras Juvenal pedía equilibrio; estos juegos promueven el desequilibrio químico. Y Coubertin defendía el deporte como formación ética; aquí es un espectáculo de riesgo.

Sus defensores lo ven como una evolución necesaria, los críticos lo consideran un riesgo para la salud y los valores del deporte. El debate refleja tensiones más amplias entre innovación, seguridad y ética en la sociedad contemporánea.

Si el objetivo es celebrar los avances científicos, podría hacerse de manera responsable: con controles médicos estrictos, investigación en nutrición, entrenamiento inteligente y transparencia. Pero los Juegos mejorados, en su forma actual, parecen más un experimento arriesgado que una verdadera innovación ética.

Mientras el deporte tradicional busca inspirar con historias de superación personal, los juegos mejorados apuestan por un modelo donde la victoria depende de sustancias y no del mérito.

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