La necesidad de la internacionalización universitaria
Por: Rubén Quiroz Ávila

 Es sumamente recomendable que la mayoría de los estudiantes y profesores de las universidades tengan una experiencia internacional como parte de su formación y desarrollo tanto personal como profesional. En un mundo globalizado, la construcción de redes es indispensable para toda la estrategia formativa y, con ello, el notable incremento de capital social y simbólico que significa concebir las carreras profesionales como oportunidades para potenciar el talento a través del contacto con experiencias cosmopolitas diversas.

Las ventajas competitivas de una política de internacionalización para las organizaciones académicas son exponenciales. Por eso tiene que formar parte de la concepción misma y la estructura de los programas universitarios que aspiran a la excelencia. Una posición endogámica es una condena hacia la medianía y una pérdida institucional dramática, ya que las mejores universidades del mundo han incorporado ecosistemas de constante internacionalización y de intercambio sostenido de experiencias mundiales.

No hay nada mejor que una perseverante reciprocidad entre universidades de diversas procedencias culturales. El aprendizaje se potencia y nos reafirma la necesidad de compartir el conocimiento en sus modalidades posibles.

El profesor e investigador que viaja a eventos académicos fuera de su país no solo establece contactos que amplían su propio gremio científico, sino también es un representante de la universidad de procedencia y, de esa manera, se convierte en un puente fundamental para la cooperación interinstitucional. Es ya un imperativo para las universidades que se integren tanto en la enseñanza como en la etapa de aprendizaje módulos de intercambio de alcances planetarios. Y es imprescindible que se establezcan metas de incesante movilidad internacional para toda la comunidad universitaria y sea un medidor clave de su calidad alcanzada. Es que la patria es el mundo. El alumno que se moviliza expande su horizonte, lo enriquece, y en esa amplificación, en ese giro vital y profesional, impacta notablemente en la universidad y en el país.

Para ello se deben destinar los recursos suficientes, a fin de fomentar intensamente la internacionalización en sus diversos formatos, desde la creación y actualización de los programas académicos con ejes de reciprocidad bilateral hasta la dinámica de estancias a corto y mediano plazo en esos centros de producción y de transferencia de conocimiento. Nuestros estudiantes deben tener esa experiencia transformadora, ya que les corresponde comprometerse en esas formas de aprendizaje profundo e integral y, sin dudarlo, es urgente para la construcción de nuevos liderazgos con una mentalidad amplia, tolerante e innovadora.

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