Prácticas preprofesionales

REFLEXIONES

Las organizaciones de educación superior existen en tanto garantizan que la formación que brindan logra transformar la vida de las personas. Por ello, incorporan en sus mallas curriculares los vínculos suficientes con las empresas para que garanticen que un estudiante pueda poner a prueba sus aprendizajes y, de ese modo, agregar valor a las organizaciones. Al fin y al cabo, la propia naturaleza de una universidad es mejorar exponencialmente las capacidades de quienes han decidido apostar por su proyecto académico.
De ese modo, una forma de medición de la excelencia académica es valorando a quienes ha preparado. Los programas de formación profesional tienen como eje justamente construir ciudadanos, además de éticos, con un conjunto de destrezas y habilidades que influyan en los espacios en las que se despliega su talento. Esa es la más certera medición de una universidad. Si los que están a punto de egresar se incorporan inmediatamente al universo laboral en las que en situaciones reales se pone a prueba lo aprendido. Es decir, la práctica profesional como un factor decisivo para valorar a la institución educativa.
Por lo tanto, es un imperativo que las universidades tengan las alianzas empresariales suficientes para garantizar la ejecución de las prácticas preprofesionales. Tienen que hacerse responsables de asegurar los escenarios para el desarrollo de las personas a las cuales ha formado. Poco sirve que se tenga un plan de estudios maravilloso si no facilita a la par un ecosistema empresarial lo suficientemente amplio para que sus estudiantes practiquen. Ya que es justamente la razón principal por las cuales los individuos optan por la vía de la educación superior.
Por supuesto, creemos que la universidad tiene también otros compromisos formativos, como la investigación y las habilidades blandas, sin embargo, el sentido principal de su propia existencia como tal es preparar a las personas para atender las demandas existentes. Entonces, se mide la eficacia de una institución educativa en tanto más coloque a sus estudiantes en las alianzas que previamente a comprometido. Si ello es inexistente en su plan de estudios o carece de una unidad de facilitación para ubicar a sus estudiantes en las prácticas preprofesionales, entonces, estamos ante un fallo de la educación.
Lamentablemente, algunas universidades han desarrollado programas en las que es inexistente este eje y responsabilizan totalmente al individuo de su búsqueda. Con ello, generan un vacío y una sensación de orfandad, además de una visión endogámica de la formación superior, como si no les importara qué sucede con aquellos a los cuales se debe. Las mejores instituciones son aquellas que tienen un plan integral y eficaz en colocar en empresas a sus estudiantes. Y ello, es un medidor definitivo y decisivo para evaluar la calidad y la excelencia de la formación superior.