Ahora me ves, ahora no me ves
SIN AMBAGES

Imagina este escenario: conoces a alguien que te resulta agradable e interesante, empiezan a intercambiar mensajes y se encuentran un par de veces para tomar un café y seguir en persona esas conversaciones tan amenas. Y nunca más sabes de esa persona, no sabes qué le paso, ni siquiera si sigue viva.
Quizá estás pensando: “Pero ¿cómo es eso posible? Nadie desaparece así”. Ah, pues sí que sí. Y es incluso muy sencillo porque los aplicativos para enviar mensajes y las redes sociales fácilmente lo hacen posible. Ese “ahora me ves, ahora no me ves” pareciera muy conveniente para algunos, pues se evitan explicaciones, preguntas e interpelaciones. Es actualmente algo tan común que esa conducta tiene ya un nombre y es un concepto muy comentado, pero ese podría ser el tema para otro artículo.
Por ahora, llevemos ese comportamiento a otros aspectos de la vida: los mensajes de algún amigo con quien estamos conversando hasta que nos pide algo y dejamos sin contestar como para que en unos cinco días se dé cuenta de que no le vamos a responder; el correo electrónico de un colega en el trabajo con quien tenemos una comunicación bastante frecuente hasta que nos pide un dato exacto que sabemos que encontraríamos en algún archivo por ahí, pero que nos da mucha pereza buscar y, como trabaja en otro edificio o, mejor aún, en otra ciudad, no nos vamos a cruzar con él nunca, así que eliminamos ese correo y pretendemos que nunca lo recibimos, y si en algún momento nos llama, pues no le contestamos; y muchos ejemplos más que probablemente han llegado a tu mente.
Así como alguien está, de pronto desaparece. No suena muy responsable, y de hecho no lo es, y tampoco muestra mucha madurez. Sin embargo, son las formas de comunicación tan fáciles las que un celular nos proporciona que hacen pensar a algunos que ese aparatito les ha dado un superpoder: aparecer y desaparecer según convenga. Porque esa persona que estaba y ya no, muy probablemente aparezca cuando necesite algo de ti. Y, por supuesto, si ese fuera el caso, no responderás de la misma forma porque, simplemente, no corresponde; mostrarás, en cambio, la amabilidad que sí es adecuada. (Se enseña con el ejemplo, como he mencionado en otros artículos). Ahora, sí existen situaciones en las que es mejor simplemente desaparecer y evitar discusiones o malentendidos desgastantes, pero ese es también otro tema para otro artículo.
Mientras tanto, tomemos siempre en cuenta esa actitud inapropiada de desaparecerse cuando tengamos que interactuar con el abracadabra.
