No sabes con quién estás hablando

SIN AMBAGES

Por Úrsula Angulo

Hace unos días, estuve a cargo de una parte en una capacitación de atención al cliente. Entre otros puntos, daba alternativas de respuestas cordiales a los clientes para diferentes casos. En eso, uno de los asistentes me comenta acerca de un cliente que con cierta frecuencia suele comunicarse con este negocio a través de WhatsApp. El asistente, que parecía muy tranquilo y quizá incluso tímido, me cuenta que este cliente siempre encuentra algún motivo para hacer reclamos con un estilo bastante peculiar, aunque, a la vez, no poco común.

Me explica acerca de las varias comunicaciones del señor Reclamo Peculiar y se me ocurrió que quizá el asistente a mi charla incluía en su explicación un trocito de exageración, pues lo que decía parecía desproporcional. Al percatarse de mi escepticismo, me muestra los mensajes del simpático señor Todo Me Parece Mal y, sin demora, termino convencida.

Las líneas que había enviado a través del pobre WhatsApp —que hacía las veces de papel que aguanta todo— iban desde enumerar, según él, lo ineptos que eran en la empresa —mencionó específicamente a cinco personas, cada una en una línea distinta de la aplicación mensajera— hasta el tan conocido como absurdo «no sabes con quién estás hablando».

Fácilmente, pude darme cuenta de dos características del señor Todos Son Unos Ineptos. Primero, tiene demasiado tiempo libre como para emplear varios minutos de su vida haciendo reclamos sin sentido y de las formas más inapropiadas posibles. Segundo, no es feliz.

Es correcto que reclames, claro, pero proporcionalmente y procurando que nunca hablen por ti complejos, descontentos o decepciones. Además, considera que quien te atiende muy probablemente tiene también dificultades —no le des una más— y no es su culpa si tu vida no está hecha de caramelos y chocolates.

Conversa con alguien, busca ayuda profesional o ve a meditar al Tíbet; lo que sea necesario para ti, pero no intentes arreglar aquello con lo que no estás contento en tu entorno buscando que alguien se equivoque para maltratarlo. No, eso no es terapia ni clase de yoga.

Diría que las personas no nacen con tanta antipatía. Más bien, esa antipatía nace en algún momento de sus vidas. Si es tu caso, busca qué es lo que tanto te molesta, soluciónalo si tiene solución o déjalo ir si no está en tus manos el remedio; y escoge el optimismo y el buen ánimo, o por lo menos la tranquilidad. El tiempo pasa muy rápido —y ya no es un cliché, es ahora muy cierto—, entonces, intenta ser el señor Amable y no el señor Ojalá que se Equivoquen para Pedirles el Libro de Reclamaciones.

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