El catedrático permite que alumnos quiebren el respeto

Por: Danna Felipe B.

Experimentados docentes universitarios recuerdan a sus colegas una enseñanza con valores.

DEBE HABER LÍMITES EN LA RELACIÓN DOCENTE-ESTUDIANTE

En la actualidad, la figura de autoridad se desvanece y cada vez a mayor velocidad. Si no se está bien en el hogar, en las casas de estudio superior tampoco. En este caso, la responsabilidad recae sobre el catedrático, quien debe hacerse respetar.

Es cierto que el comportamiento de los jóvenes es un reflejo de la educación impartida en casa. Sin embargo, es obligación de las universidades e institutos que los mismos no tengan pase libre para actuar mal. Debe ser todo lo contrario. El catedrático tiene la función de enseñar y también de re enseñar, no de aprovecharse o permitir que sus estudiantes abusen de su confianza.

La doctora Beatriz Carmen Chirinos García, docente en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA) y decana nacional del Colegio Profesional de Relacionistas Públicos del Perú, junto al magíster Ronal Manuel Fernández Revilla, coordinador de la Escuela Profesional de Psicología de la Universidad Andina del Cusco, filial Quillabamba, afirman que hay muchos catedráticos confundidos en la relación que tienen con sus alumnos.

Cada universidad o instituto tiene un reglamento y código de ética, y antes de ejercer la docencia ambos tienen que estar introducidos en la cabeza del educador. Es lo que les compete. Además, no es como si no supieran, incluso antes de leer la normativa, cuál es el correcto actuar.

Por simple lógica, se les recuerda que un catedrático está prohibido de ser íntimo amigo de los estudiantes. Pueden proporcionar apoyo y cuidado a sus educandos, pero no son amigos ni mucho menos algo más. “En una mano está el amor y en la otra el rigor. En el sentido de que el docente tiene que preocuparse por el destino del alumno, pero haciéndose respetar”, declaró la catedrática.

Docentes no pueden salir con sus estudiantes.

“Sí pasa que los llamo a un lado: ‘Ven, ¿qué ha sucedido?’ Una cosa es conversar, y si ellos me permiten, ingreso a su mundo, y si no, ahí nomás. Eso no significa que usted está siendo mi amigo, no hay que confundir”, afirmó Fernández Revilla. Ahí hay una línea muy delgada. Lamentablemente, este tipo de relaciones fuera de lugar está incrementando en las casas de estudio superior.

“Tienen que ser muy conscientes de que su rol es muy importante, que no pueden confundir ni en lo más mínimo el hecho de ser docente y la confianza que puedan dar a los alumnos. Porque yo, algo que sí repudio, y lo digo con toda sinceridad, es a aquellos docentes que, aprovechando su papel y su rol de docentes, quieren lograr otro tipo de hechos totalmente repudiables. Y para mí no hay justificación, bajo ningún punto de vista, ni la habrá, para que un docente, aprovechando su papel, trate de aprovecharse de un estudiante, más aún en el ámbito sexual. Es algo intolerable”, aseveró Chirinos García.

Por su parte, Ronal Manuel agregó: “Se ve más que los docentes que están ejerciendo, jóvenes, se hacen amigos del alumno, mi pata del alma, mi chochera. Parece que se conocieran de años. Recién se han conocido en la universidad, pero grandes amigos son. Van a beber con ellos, y eso no puede ser”, señaló.

Ambos docentes universitarios subrayan que el valor eje en los catedráticos, y en sí en todas las personas, es el respeto. A partir de este se forma la jerarquía de valores que cada uno maneja en su vida. Y la principal demostración de respeto siempre será el saludo. Sin embargo, a diario somos testigos de que está cayendo en desuso. Los catedráticos creen importante comenzar la crítica constructiva hacia sus colegas desde este punto. No puede ser que el docente permita esta falta de respeto.

“Es problema del docente. Una vez, yo entro a un aula y digo a los jóvenes ‘buenos días’. Murmuraciones. ¿Cómo? ¿Me he equivocado de salón? ‘No, docente’. Me tomo el tiempo para hablar del respeto. Les digo: ¿qué ha pasado?, ¿quién les ha dicho que en la universidad no se saluda?, ¿qué es esto? Una señorita me dice: ‘Es que, docente, el anterior ha ingresado y de frente ha hecho su clase’. Entonces, algunos docentes también tienen la culpa”, dijo Fernández Revilla.

Sin embargo, también recalcan que, si bien todos estamos llamados a saludar, hay contextos como este en los que el alumnado está obligado a hacerlo ni bien vea al catedrático, igual que en sus años de escolar, ponerse de pie incluso. Pero actualmente pasa al revés. Entre más grande es uno, menos humildad. Parece cada vez más necesario el retorno de esos letreros con la imagen de un burro diciendo “no seas como yo”. Porque, aunque sabemos que el comportamiento se forma en casa, y somos conscientes del retroceso que eso implica, la docencia no puede hacerse de la vista gorda y dejar que esa manera de actuar sea aún más repetitiva.

Después de instaurar la principal demostración de respeto, se tiene la base para que se siga manteniendo. Por medio de eso, se da a entender al alumno que respetos guardan respetos. Eso no significa que la relación docente-alumno será restrictiva. Las posibilidades de enseñanza y de trato pueden ser muchas. Lo que no entiende un considerable número de docentes es que las mismas deben estar dentro del reglamento y código de ética.

El catedrático debe explicar las características de su trabajo.

“Tiene que basarse en el respeto mutuo. El alumno respeta al docente y el docente respeta al alumno”, señaló Chirinos García.

No obstante, ambos recalcan que, sobre todo, es responsabilidad del docente. Debe ser muy cuidadoso, pues el alumnado tiende a confundirse y pensar que puede abusar de la confianza. Ahí es donde el catedrático debe poner un alto, hacerse respetar.

“¿Nos conocemos y debo dejar que me agarren del brazo, la mano, qué sé yo? No. ¿Por qué voy a dejar que me falten el respeto? Pero sí he visto profesores y profesoras que permiten que les pongan la mano. Eso da pie a que el profesor se vaya con la muchacha, o se van a beber, o se van a las discotecas. Esto es cierto”, aseveró Ronal Manuel.

Tampoco intentan ocultar lo evidente. La verdad es que hay acciones cometidas por docentes fuera de lugar, y muchas veces son plenamente conscientes de que está mal. “Es un tema de análisis. Me parece que no han disfrutado plenamente su desarrollo, quieren imponer que es el docente quien es el que manda. No ha sido popular en su debida etapa y lo quiere compensar ahora con que ‘yo soy la autoridad’, al menos cuando comienzan en la docencia, se ve”, expuso preocupado el también psicólogo de profesión Fernández Revilla.

Entretanto, la relacionista pública sostuvo firmemente: “Para mí es repugnante. Para mí es algo que no lo puedo concebir. Eso demuestra que esa persona no merece la cátedra. De verdad que es repudiable. Y yo exigiría el máximo castigo a docentes que tienen ese intolerable comportamiento”.

Por eso creen que es extremadamente importante que, antes de dar paso a la enseñanza (comprendiendo que las cátedras son autónomas), ciertas cosas sí sean iguales. El catedrático se debe tomar el tiempo para explicar a sus estudiantes las características de su trabajo, basado en la constante práctica de valores y enmarcado en el reglamento y el código de ética. Tener y dejar las cosas claras desde un inicio para que la imagen del catedrático en general no se vea dañada.

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