La esperanza y la fe son la base del desarrollo personal
Por: Dr. Juan Manuel Zevallos
Somos una pequeña parte del mundo y a la vez somos los constructores (o destructores) diarios de este paraíso que nos rodea. Son nuestras obras sensatas y llenas de compasión, bonanza y alegría aquellas que riegan a diario este espectáculo de vida; a la vez que nuestra intransigencia y sus obras de devastación e ingratitud son las responsables del páramo de soledad e incomprensión que vivimos a diario.
Las cosas simples de la vida serán siempre la esencia, el pilar fundamental, donde podremos apoyarnos para respirar la brisa de la paz y el sosiego de la tranquilidad. Cuando de pronto vamos haciendo complicada nuestra vida asumiendo responsabilidades y compromisos incompatibles con nuestra naturaleza entonces y solo entonces vamos destilando el veneno que va aniquilando nuestra felicidad.
Somos un todo con el mundo y el mundo es un todo con nosotros. El concepto de individualidad como egoísmo, vanidad o conducta narcisista en verdad no existe ante los ojos de aquel que vive en plenitud. La solidaridad, el trabajo en equipo y la comprensión por los errores ajenos son símbolos claros de la nobleza que habita en nuestro interior.
El maestro de los maestros, siendo Dios decidió ser un día humano y vivió bajo las reglas que le impuso la naturaleza más no bajo la tiranía de las leyes humanas que destruyen el mundo. Él decidió cobijarse en las ramas de la esperanza, ver el mundo desde la cima de las montañas y estrechar el corazón de los transeúntes con palabras libres de todo egoísmo y rencor.
Su magisterio va más allá de todo aquello que pudiéramos aun entender. Tendríamos que limpiar nuestra mente para poder interiorizar un milagro de vida que va más allá de la resurrección y de la fuerza de su pensamiento que fue sembrada y que germinó llegando a dar frutos de entereza, comprensión y sacrificio por parte de sus seguidores.
Nuestros actos, humildes y simples ante los ojos del ego son actos trascendentales en la historia de la humanidad ante los ojos del yo auténtico, de aquel yo que valora todo aquello eres y todo aquello que haces. El ego siente vergüenza por los fracasos, el yo se entrega por la vida y busca corregir los errores cometidos; el ego se vanagloria de los éxitos logrados más el yo, el amor personal, solo degusta un poco el momento y luego sigue actuando en base al compromiso y al amor por la vida.
Somos seres inmortales y perfectos, constructores de un mundo en donde la palabra violencia un día será olvidada. Somos maestros de una obra colosal que llenará las páginas de la historia con bríos de esperanza y gratitud.
Cada uno de nosotros, tú lector apasionado, que se ha alegrado y que ha llorado conmigo, en verdad hemos despertado a la vida, ya no somos los mismos seres humanos que actuamos desinteresadamente y con egoísmo, ahora hemos entendido que hemos sido perdonados antes de nacer por los errores cometidos y que el maestro del amor y de la comprensión humana, nos espera pacientemente para iniciar junto a Él un nuevo apostolado de fe, entrega y solidaridad con las falencias humanas.
Hemos sido, a lo largo de muchos años, contaminados por la vergüenza y el caos del desamor, la incomprensión, la desesperanza y el desasosiego; ahora estamos en capacidad plena para ver el interior de cada ser humano y para sembrar en su dolor pasado una semilla de esperanza por el futuro que vendrá.
El maestro de galilea camina hoy por la vereda que da a nuestra casa. Espera encontrarnos con la puerta abierta y el corazón enarbolado por la dicha no solo de acogerle sino de escucharle.
“Maestro, no soy digno de tu presencia, más una palabra tuya puede cambiar de nuevo mi vida y la de todos aquellos que quiero”.
Hoy he envuelto mi vida en pequeños regalos. Ahora regalo afecto y cariño. Ahora vivo como siempre he querido, con paz en mis palabras y con solidaridad en mis actos. Lloro y río a plenitud. Hago el esfuerzo y trato de ver lo mejor en cada individuo, también en la lejana multitud.
Todos estamos aprendiendo algo nuevo hoy. La vida es una escuela en donde el único maestro es Cristo. Junto a Él hoy descubro nuevas “limitaciones” y a la vez creo más en mi propósito de cambio, dejo de pensar que soy un ser limitado y de pronto me siento capacitado para enfrentar nuevos desafíos en la vida.
La vida llena de pesimismo nos envuelve en un baúl de frustración y aletargamiento. Una vida llena de esperanza nos lleva a descubrir día a día nuevas capacidades desconocidas ayer y nos invita a cultivar la nobleza de nuestra alma en un compromiso imperecedero de bien personal y social.
Ahora sé que el mundo nunca cambiará según mis preceptos. Él mundo desde que fue creado ha ido cambiando y yo torpemente me he perdido de ese milagro de la creación. Ahora me deslumbra toda puesta de sol y cada nuevo arco iris que pinta el cielo. Si el mundo nace en cada nuevo segundo, con seguridad yo también vuelvo a nacer, ese es el principio mayor de la vida, vivir enamorado de la existencia, ese es el primer mandamiento, amar Dios por sobre todas las cosas.
