¿Qué pasó en Challapampa?

Por Willard Díaz

El escritor mollendino Fernando Rivera presentó en Arequipa su última novela, “Ustedes que jamás vieron mi muerte” (Aletheia, 2025). El día de la presentación se planteó un diálogo, del cual extraemos aquí las preguntas pertinentes.

WD. Esta novela no es fácil de leer, no es muy amigable con el lector. ¿Qué efecto buscabas con su técnica compleja?

FR. Sí, me he dado cuenta de que la novela requiere de un lector dispuesto a leerla. Me doy cuenta que he concebido la novela como un mundo, la entrada a un mundo. No trato de escribir para darle algo de entretenimiento y que la pase bien, se divierta un momento, sino es proponerle un mundo, hay que entrar y caminar por este mundo, vivir en él.

Yo sé que el primer capítulo es complicado, me costó muchísimo escribirlo; pero si uno pasa el capítulo e ingresa a ese mundo ya puede caminar dentro de él. Hay un paso que superar y me pienso que es porque así considero a la novela en general.

¿Cómo ingresamos del mundo de la realidad al mundo de la novela? La obra se presenta como la investigación de unos crímenes, hay que generar el dato real. Por eso utilicé un reporte periodístico y la novela desarrolla ese dato, que tampoco es real porque es un reporte periodístico.

A partir de ahí se construye la novela.

WD. Háblanos del extraño título de tu novela, una construcción lingüística anómala: “Ustedes que jamás vieron mi muerte”.

FR. El título lo concebí desde el comienzo y me mantuve con él. Lo conversé con Yuri Herrera que es un amigo escritor, y me dijo tienes que quitarle el “que”. Dije no. Es fundamental. No puede ser “Ustedes no vieron jamás mi muerte”.

La idea es que la novela tiene muchos puntos de vista. El de los personajes cercanos al crimen, el de las personas que investigan; pero ¿cuál es el punto de vista de las víctimas?

WD. La novela abre con dos amigos que están frente a la tumba de César Vallejo en París. Abre con un diálogo. Pero de inmediato la narración pasa al recuerdo de otros muertos, de un crimen en Arequipa años antes, en Challapampa, que implica a varios jóvenes personajes. Se abre un enigma: ¿qué tienen que ver estos con el crimen? Aunque la naturaleza del enigma no es muy clara; es curioso que los personajes no recuerdan bien los hechos. De modo que el recuerdo se constituye en un tema central reiterativo de la novela. ¿Quisiste sugerir algún síntoma?

FR. Quizás no, porque es consciente. Creo que tiene que ver con el género, con una estructura en varios tiempos, lugares, personajes distintos, narradores diferentes. Se requiere una estructura que los una; para mí, es la del policial.

Tuve una experiencia particular con el relato policial. Fui cercano de Ricardo Piglia, tomé un curso con él, “La ficción paranoica”, que era sobre policial. Leímos algunos cuentos de Poe, el fundador del género. Para Piglia el gran aporte de Latinoamérica al policial es haber modificado la estructura. Hay dos modelos de policial, el de Poe y la novela negra, pero estos no innovan, repiten la fórmula cambiando los escenarios.

Los casos que Piglia valora son aquellos en que se empieza a contar desde la perspectiva del criminal sin que intervenga la policía, por ejemplo. El relato del narco, el de los sicarios o una investigación académica, como “Un nombre falso”.

De modo que esa forma de relato policial que en Latinoamérica es usada como una estructura para incorporar otros elementos me sirvió para mi novela.

La intriga policial para mí es un pretexto para contar la vida de todos estos personajes que están en diversas partes del mundo, Francia, Italia, España, contar sus vidas de inmigrantes, y a la vez mantener una línea narrativa que da coherencia al todo; los hechos del crimen que asocian a todos.

WD. Pasadas la primera páginas volvemos a encontrar un cuento que ya apareció en la primera edición de esta novela, la que retiraste. Sin embargo me parece una decisión sabia recuperarlo, porque es un relato perfecto, de los mejores que has escrito. ¿Dudaste?

FR. Parte de la escritura de este libro tiene que ver con mi deseo de recuperar mi experiencia con los amigos escritores de los años 80 en Arequipa, Goyo Torres, Yuri Vásquez, Marcel Oquiche.

La inclusión del cuento dentro de la novela tiene que ver con la idea de que el personaje puede expresar sus sentimientos respecto a muertos y cementerios al escribir ese cuento. Lo veo como su forma de darle sentido a esa experiencia fúnebre.

Ese cuento tiene que ver con Europa del Este, con el Holocausto.

WD. Otra cosa interesante para los lectores locales es que la novela incorpora a algunos personajes y hechos de nuestro mundo cultural. Hay una lectura de textos de la revista “Claraboya”. También pasan por ahí Yuri Vásquez, Einer, Jimmy Marroquín y otros. Esa conversación con los amigos de tu época es simpática, pero al mismo tiempo plantea un conflicto entre los elementos ficticios y los reales. ¿Cómo manejar ese conflicto?

FR. Me lo he preguntado varias veces. Por supuesto que son personajes de ficción en la novela. Los he tomado de la realidad pero se convierten en ficción en el conjunto. La mayoría de personajes vienen de la anterior, “Invencible como tu figura”, y otros son huellas que hacen recordar al grupo en el que me inicié. Lo he venido pensando: puede leerse como un homenaje, pero también puede leerse como una reflexión sobre el lugar de donde uno sale para escribir.

En Arequipa no tenemos una tradición, no había a quién referirnos como escritores. Todos eran de fuera. De alguna manera, la familia literaria que se suele tener en ciudades con una gran tradición, en el caso de nuestra narrativa no la hay.

Estas son especulaciones que me vinieron después de publicada la novela. Creo que inconsciente una forma de tener una familia es recuperar a aquellos hermanos escritores, mi generación de narradores. Es un sentirse que uno viene de alguien, no salió de la nada.

Me estoy analizando acá, y eso no me compete.

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