El reto de la minería: dejar el modelo primario y generar industria

Vicerrector de la UNSA, Henry Polanco, lanzó el reto.

Por Jorge Turpo R.

ACADEMIA PUEDE SER SOCIO ESTRATÉGICO

El Perú sigue exportando cobre en bruto, pero no empleos ni desarrollo. Así lo advierte Henry Polanco, vicerrector académico de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), quien plantea un cambio urgente: dejar de ser una economía primario-exportadora y dar el salto hacia la industrialización del cobre y otros recursos.

“Somos el tercer productor de cobre en el mundo, pero seguimos vendiendo concentrados. No les damos valor agregado. Otros países sí lo hacen y logran generar industria y empleo. Ese debería ser nuestro norte”, enfatiza.

Para Polanco, la minería no puede seguir anclada en la extracción de materia prima que se embarca rumbo a Asia o Europa sin mayor transformación.

El reto, asegura, es construir cadenas productivas que permitan convertir ese cobre en bienes de consumo o capital, desde cables hasta componentes tecnológicos.

“En nuestra región Arequipa, una de las principales productoras de cobre del país, deberíamos impulsar esta lógica productiva. No solo comercializar concentrados, sino transformarlos en productos terminados que realmente generen trabajo”, subraya.

LA ACADEMIA COMO ALIADA

El vicerrector destaca que la universidad tiene capacidad para aportar al proceso. La UNSA recibe entre 60 y 70 millones de soles anuales por canon minero, recursos que se destinan a investigación y formación de profesionales en minería, energía, agricultura y salud.

Con ese soporte, sostiene, la academia puede ser socio estratégico en la búsqueda de soluciones a problemas críticos, como la pobreza monetaria.

“La generación de empleo es la clave para superar la pobreza. Y el motor de ese empleo debe ser la inversión, principalmente privada. El Estado no tiene capacidad para cubrir todo. Pero es necesario que esa inversión deje de limitarse a lo extractivo. A través de la minería podemos incentivar industria y diversificación productiva”, explica.

En ese marco, la UNSA ha invertido en laboratorios de alta gama con el apoyo de la empresa privada, disponibles para todos los sectores productivos.

“Estamos preparados para trabajar en investigación en minería, agricultura, salud, energía eólica o fotovoltaica. Hoy es factible descentralizar la generación eléctrica en domicilios con energía solar. Incluso, nuestra biblioteca central, construida hace cuatro años, funciona íntegramente con energía solar. Tenemos la tecnología para avanzar en hidrógeno y en energías limpias aplicables a agricultura, minería, turismo e industria”, sostiene Polanco.

EL AGUA COMO MOTOR PRODUCTIVO

El académico también cuestiona que, pese a la riqueza hídrica de la región, esta se pierda sin un aprovechamiento adecuado.

“¿Cuántas represas nuevas tenemos en Arequipa? Ninguna. Seguimos con las que vienen de décadas atrás. En vez de hacer filantropía, la minería podría asumir responsabilidad social real impulsando represas. Eso permitiría ampliar la frontera agrícola y generar más empleo”, afirma.

La agricultura, dice, es una fuente vital para diversificar la economía regional y no debe enfrentarse a la minería, sino complementarse con ella. “Somos un país rico, sentados en un banco de oro, pero no lo aprovechamos. Arequipa es igual: tenemos recursos naturales y capacidad humana. El desafío es transformar esa riqueza en desarrollo sostenible”, apunta.

Urge construir cadenas productivas.

EL REGRESO DE TÍA MARÍA

En paralelo al debate académico, la minería regional se sacude con el anuncio de que el proyecto Tía María, suspendido desde 2009, comenzará a construirse en octubre.

Así lo confirmó el gobernador Rohel Sánchez durante el Jueves Minero descentralizado en Arequipa. La inversión, a cargo de Southern Perú Copper, supera los US$ 1 800 millones y apunta a producir 120 000 toneladas de cátodos de cobre al año.

El camino no será fácil, los agricultores del Valle de Tambo mantienen su rechazo por los riesgos al agua y a la actividad agrícola. El Estudio de Impacto Ambiental, que perdió vigencia en 2019, sigue siendo cuestionado.

La paradoja vuelve a escena, el país necesita inversión minera, pero no logra garantizar confianza ni equilibrio con las comunidades.

Henry Polanco lo plantea con claridad: “La inversión minera es fundamental, pero no debe reducirse a extraer y exportar. Si seguimos siendo primarios, perderemos otra década de desarrollo. La industrialización es la única forma de generar empleo y superar la pobreza”.

DE LA MINA A LA INDUSTRIA

El reto, entonces, no es solo reactivar proyectos como Tía María, Zafranal o Pampa de Pongo, que en conjunto suman más de US$ 6 900 millones.

El verdadero desafío es que esa riqueza mineral no se evapore en los mercados internacionales sin dejar huella en el país.

Si se lograra dar valor agregado al cobre, el impacto sería mucho mayor que el que hoy se logra con el canon. Se multiplicarían empleos, se fortalecería la industria nacional y el Perú dejaría de depender de los vaivenes del precio internacional de los metales.

Mientras tanto, seguimos atrapados en la contradicción: un país rico en minerales que exporta riqueza en bruto, pero mantiene amplias regiones en pobreza.

El futuro de la minería peruana no debería medirse solo en toneladas exportadas, sino en empleos industriales generados. Esa, como insiste Polanco, es la deuda pendiente.

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