Alberto Alvarado: “Si volviera a nacer, elegiría otra vez ser futbolista»
Alberto Alvarado, futbolista profesional, odontólogo y docente universitario.
Conversar con Alberto Alvarado, de 75 años, es entretenido y parece no tener fin. Llegó desde su natal Camaná a la ciudad de Arequipa cuando apenas tenía 18 años, sin imaginar que lograría convertirse en futbolista profesional, terminar la carrera de Odontología y convertirse en docente universitario. Además, guarda como un tesoro la pelota con la que Melgar ganó el título nacional en 1981.
“Si volviera a nacer, elegiría otra vez ser futbolista, porque el fútbol prácticamente me lo dio todo. Por eso amo este deporte. Gracias a él llegué al balompié profesional, logré mi formación y el título de odontólogo y docente universitario”, afirma con nostalgia y emoción Alberto Alvarado Aco.
Alberto, conocido con cariño como el Cholo, recuerda que cuando tenía 18 años, el profesor Mario Villa, un verdadero cazatalentos, llegó a Camaná y lo invitó, junto a Guillermo Farfán y Eduardo Alvarado, a integrar el equipo Atlético Universidad de Arequipa.
“Sin embargo, Mario Villa dijo que lo veía difícil, que no podríamos ser titulares y que tal vez nos haría daño. A mí me consiguió un lugar en el club Piérola. Dos años después, el club Carsa armó un equipazo y me convocaron. Llegamos a la Copa Perú, pero trajeron de Lima al DT Walter Milera, quien cometió el error de traer a sus propios jugadores limeños, su ‘collera’. Fracasó y el club se retiró del campeonato”, relata.
Alvarado continúa contando su historia: “Luego me fui a jugar a Mistiano y, más tarde, llegué a Sportivo Huracán. Me fue muy bien. Jugamos en el fútbol profesional y nos enfrentamos dos veces a Melgar, que tenía un gran equipo. Les ganamos ambos partidos. Sin embargo, por el reglamento, no se permitía que dos clubes de la misma ciudad jugaran en la profesional, y los pampillanos regresaron a su liga”, cuenta. Llegó a integrar la selección nacional en el Preolímpico.
Además, expresó su eterno agradecimiento al dirigente Santos, del club Piérola, porque él pagaba su pensión de estudios en la Universidad Católica de Santa María (UCSM). Lo mismo hizo el presidente de Sportivo Huracán, José Luis Quiroz. Más adelante, con el sueldo que recibía del FBC Melgar, pudo pagar sus propios estudios.
“En el Carsa tengo una anécdota. El presidente del club, Miguel Fuentes, brindaba trabajo en su empresa a los jugadores, pero como yo estudiaba, me ofreció la ‘línea blanca’. No entendía qué era eso. Una semana después, llegaron a mi casa refrigeradora, cocina y otros artefactos. Fue un gran regalo para mi sacrificada mamá”, recuerda con emoción.
LA “ARGOLLA” DE AREQUIPEÑOS
También narró que, cuando jugaba en Melgar, pidió su retiro del fútbol porque quería ejercer su carrera de odontólogo. Sin embargo, el entrenador Máximo Carrasco le dijo: “No te retires. Aquí vamos a armar una argolla de jugadores arequipeños”. Éramos nueve. Entre mis funciones estaba anotar los nombres de los jugadores indisciplinados, los que tomaban, los que criticaban a sus compañeros. Todos eran multados”.
“Esta medida fue clave para formar un buen equipo. Así fue que salimos campeones nacionales en 1981. El más renegón era Ernesto Guillén, que vino de Lima, pero a punta de multas se integró muy bien”, comenta.
DOCENTE EN LA UCSM
Además del fútbol, Alberto Alvarado recuerda otra anécdota con humor. “Cuando terminé mis estudios de Odontología, el médico y docente Jaime Cuadros me dijo: ‘Te felicito, pero yo no me voy a atender con un pelotero’, lo que me provocó mucha risa», contó.
“Pero luego me preguntó si quería trabajar y enseñar en la Universidad Católica de Santa María. Yo tenía alrededor de 30 años. Así comencé mi carrera como docente, donde me encariñé mucho con los alumnos, y ellos también conmigo. No me gustaba desaprobarlos y les daba muchas oportunidades”, afirmó.
«TIENES QUE SER PROFESIONAL»
Alvarado también recuerda que, en un momento, ganó un puesto para ser profesor de Educación Física. Sin embargo, su madre, con voz fuerte y firme, le dijo: “Nada. Tú estudias una carrera profesional. Olvídate de la pelota. Eres el mayor de cinco hermanos y tienes que dar el ejemplo”.
Así fue como ingresó a la Facultad de Odontología. Confiesa que nunca imaginó que llegaría a ser jugador profesional, odontólogo y luego docente universitario por varios años en la UCSM. Aunque admite que no era buen estudiante, la perseverancia y el esfuerzo le permitieron alcanzar sus metas.
También recuerda que había mucho celo entre algunos docentes de la universidad. “Decían: ‘¿Cómo un pelotero va a ser docente?’”, pero años después, inclusive llegó a ser decano de la Facultad de Odontología de la UCSM.

SU ESPOSA, EL GRAN SOPORTE
Con voz entrecortada, afirma: “El momento más feliz de mi vida fue cuando conocí a Carla Gómez. La esperé más de cinco años para que aceptara ser mi esposa. Si no tienes una buena pareja a tu lado, es muy difícil lograr tus objetivos. A ver, ¿quién endereza a un pelotero? Hay que tener paciencia, y ella lo logró. Tengo la felicidad de tener dos hijos: una odontóloga que radica en España y un docente universitario”.
“Además, tuve mucha suerte de tener una madre que me condujo y me encaminó hacia una carrera universitaria, y de tener una esposa que me apoyó en todo momento. Son dos personas a quienes quiero y agradezco profundamente por lo que soy hoy”, dijo.
DEL TÍTULO
Finalmente, el Cholo reveló un secreto que guarda con orgullo. “Mientras los jugadores y el comando técnico celebraban el título nacional aquel 31 de enero de 1982 en el Estadio Nacional de Lima, yo fui en busca de la pelota del partido… y me la traje. Hoy la conservo como un tesoro. Esa es la pelota del campeonato nacional de 1981”.
