Lo que descubrí en mientras limpiaba la casa
Por: María Marín
Cuando vivía en la ciudad de Los Angeles, jueves tras jueves, Rosita llegaba temprano a limpiar mi casa. Más allá de ser una excelente trabajadora, admiraba que siempre tenía “buena cara”; saludaba muy sonriente y se despedía tan alegre que llegué a imaginar que los jueves se encontraba con un enamorado.
Pero varios años después de mudarme, descubrí que Rosita encontraba en mi baño algo, que quizás ni ella misma sabía que era su mejor secreto para relajarse y acabar un largo día de trabajo con la mejor sonrisa. No se zambullía por una hora en un relajante baño de burbujas, no tomaba un medicamento para relajar los músculos y mucho menos se encerraba a fantasear por celular con un novio, sino que hasta que no terminaba de entonar el repertorio completo de Luis Miguel, no acababa de asear esa área de la casa.
Sin darse cuenta, cantando con todo su alma “No sé tú”, “La incondicional” o “Ahora te puedes marchar” la paisana del famoso artista combatía el estrés. Y así, soy testigo de lo que últimamente más y más estudios están confirmando: no importa si es en un escenario, en el carro o en la ducha, cantar es un arma muy poderosa contra el estrés.
Cuando interpretas cualquier tema, automáticamente olvidas tus preocupaciones en esos minutos y simplemente vives ese momento, haciendo que el cerebro produzca automáticamente más serotonina, oxitocina y dopamina, las sustancias responsables de hacerte sentir bien. Además se reducen los niveles de cortisol, la hormona que el cuerpo libera cuando se estresa. Otros beneficios de cantar regularmente incluyen el fortalecimiento del sistema respiratorio y el mejoramiento del funcionamiento cerebral, ayudando a prevenir la demencia.
Si vives todo el tiempo en contra del reloj, pero te gusta cantar, estoy segura de que sufres menos estrés de lo que tu mente y tu cuerpo deberían cargar. Y si nunca cantas, te invito a hacer la prueba. Lo más maravilloso de entonar cualquier tema es que lo puedes hacer cuando cocinas, conduces o te duchas. Se acabaron las excusas de falta de tiempo para combatir al monstruoso estrés… Dime cuánto cantas y te diré cuán relajado andas por la vida.