Halloween gana terreno al criollismo

Por Juan Palo R. Fotos: Jorge Esquivel Z.

Mientras la música criolla resiste entre peñas y adultos mayores, la “Noche de Brujas” conquista a niños y jóvenes con disfraces y dulces en las calles arequipeñas.

DISFRACES, DULCES Y GASTO EXTRA

Cada 31 de octubre, el Perú celebra dos festividades populares: el Día de la Canción Criolla y Halloween. Sin embargo, en los últimos años, la “Noche de Brujas” viene ganando terreno, especialmente entre los niños y jóvenes arequipeños que encuentran en esta fecha una oportunidad para divertirse y lucir coloridos disfraces.

Desde el atardecer, miles de pequeños recorren las vías del Cercado de Arequipa acompañados por sus padres o familiares. Las calles Mercaderes, San Francisco, Santa Catalina, así como los parques San Francisco y 15 de Agosto, se abarrotan y se convierten en escenarios de un desfile de fantasía, luces y sonrisas.

Con sus calabazas plásticas en mano, los niños piden caramelos o chocolates a los comerciantes y transeúntes. Aunque muchos desconocen el origen de la tradición anglosajona del “trato o truco”, la costumbre se mantiene como una forma de juego y socialización.

Más que una tradición extranjera, para ellos es una oportunidad de disfrazarse y salir con amigos, señalan los defensores de esta fiesta.

Variedad de trajes ofrecen comerciantes del Cercado.

COSTOS Y DISFRACES

Sin embargo, la diversión también representa un gasto adicional para los hogares. Conseguir un disfraz no resulta tan económico como antes, pues los precios se han incrementado con la demanda. Algunos padres optan por confeccionar los trajes en casa o alquilarlos para reducir costos.

En un recorrido por las tiendas de disfraces de la avenida Siglo XX, se observa una gran variedad de modelos. Los trajes de brujas, vampiros, zombis, esqueletos, demonios y personajes de terror clásicos siguen siendo los más solicitados. También abundan los disfraces de superhéroes como Spiderman (Hombre Araña), Batman, Superman o los villanos como el Joker y Harley Quinn.

Los precios varían según la calidad del material. El alquiler de un disfraz básico cuesta entre 20 y 50 soles, mientras que la venta de trajes sencillos ronda entre 25 y 75 soles en la calle San Camilo y Deán Valdivia. Los de mejor confección o con accesorios pueden superar los 100 soles.
A ello se suma el gasto en maquillaje, elemento indispensable para completar el look. En tiendas especializadas y en línea, los sets profesionales pueden costar hasta 80 soles, mientras que las versiones caseras o escolares son más económicas, y lo pueden encontrar en casa.

El accesorio infaltable es la tradicional calabaza plástica, donde los niños guardan las golosinas recolectadas. Dependiendo del tamaño, se venden entre 3 y 6 soles la unidad. Aunque su valor es bajo, se ha convertido en un símbolo del Halloween moderno en Arequipa.

DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA: UNA TRADICIÓN QUE RESISTE

Mientras tanto, el Día de la Canción Criolla, instaurado en 1944 en el país para rendir homenaje a la música costeña, mantiene su espacio principalmente entre los adultos y las instituciones culturales.

En peñas, clubes y centros culturales, aún se escuchan los acordes de valses, marineras y polkas que rememoran a Chabuca Granda, Óscar Avilés o Arturo “Zambo” Cavero. Sin embargo, la presencia de jóvenes en estos eventos es cada vez menor.

Mayoría de jóvenes prefieren Halloween.

“Los niños ya no saben quién fue Jesús Vásquez, pero sí reconocen a Chucky o Harley Quinn. Falta identidad cultural”, lamenta el cantante criollo Víctor Rosario Marín, quien radica en Arequipa desde hace años.

Víctor Marín es uno de los promotores locales que lucha por mantener viva la música criolla. Junto a otros artistas, presentará el espectáculo “Gran Jarana Criolla: Un Viaje por Nuestra Historia”, este 31 de octubre a las 18:30 horas en el Teatro Cultural de Arequipa.

El evento combinará tertulia, canto y baile para revalorar los géneros que dieron identidad al Perú durante el siglo XX. “Queremos que los jóvenes entiendan que la música criolla no es del pasado, sino parte de nuestra esencia”, agregó el artista.

Pese a los esfuerzos, Halloween parece imponerse en el espacio urbano y comercial. Tiendas, colegios y centros comerciales decoran sus ambientes con calabazas, telarañas y murciélagos, organizando concursos y fiestas temáticas.

En contraste, las actividades por el Día de la Canción Criolla son cada vez más escasas. Solo algunas instituciones públicas y culturales mantienen la tradición de organizar almuerzos criollos o encuentros con guitarra y cajón.

Así, mientras las luces dominan la ciudad, los ecos de la música criolla resisten entre los nostálgicos. Dos celebraciones comparten fecha, pero parecen caminar por senderos distintos; una que crece al ritmo del comercio y la globalización, y otra que lucha por no desvanecerse en el olvido.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.