RICARDO CÓRDOVA: CUATRO DÉCADAS DE PINTURA
Por: Mag. Julio Lopera Quintanilla – Centro Cultural UNSA

Cuando Ricardo Córdova se dio a conocer por primera vez como artista tenía trece años. Una entrevista en el diario Correo presenta al niño prodigio que para entonces, casi de forma autodidacta, copiaba a mano alzada al óleo a Rembrandt y a los impresionistas y pintaba paisajes, bodegones y retratos al óleo y la acuarela . Ese mismo año tuvo su primera muestra en la plaza de Yanahuara con el apoyo de sus padres y amigos. A los 15 años se graduó, junto a su madre, también artista, como ceramista en el Centro de Capacitación Artesanal Mixto. Fueron sus primeros maestros los artistas Raúl Rodríguez y Julio César Morales Velarde. Esperaría hasta los 17 años para tener su primera exposición individual oficial en el Instituto Nacional de Cultura de Arequipa y desde entonces ha realizado 53 exposiciones individuales en Arequipa, Lima, Estados Unidos, Europa, Asia y Latinoamérica, la mayor parte con una nueva propuesta y serie de obras. En ese entonces, quizás más que en nuestro tiempo, se veía con suspicacia el futuro de un artista plástico. Ricardo Córdova fue un alumno destacado en todas las áreas, disciplinado y deportista, por lo que era natural que al finalizar la secundaria emprendiese una carrera seria, como el derecho que inició en 1978, año de su primera exposición. Entre 1980 y 1983 compartiría el derecho y la pintura, realizando exposiciones en las Galerías Trapecio y Petroperú de Lima, Galería del Banco Popular y Universidad Católica de Santa María de Arequipa, a la par que ejercía la docencia en prestigiosos colegios de la ciudad. No fue hasta la fundación de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de San Agustín que decidió seguir la carrera de artista plástico que culminó en primer puesto en 1988 y donde fue decisiva la guía e influencia de sus maestros Miguel Espinoza y Ramiro Pareja. La década de los 80 fue prolífica y el inicio de un sinfín de premios como Primer puesto en el I Concurso Nacional de Artistas Jóvenes ICPNA – Southern, en el Concurso Nacional de Pintura auspiciado por la Compañía de Seguros Atlas, Lima, en el VIII Concurso Nacional de Pintura Michell de los años 88 , 89, 94. En la década de los 90 le seguirían premios como el Primer puesto en el Concurso Nacional de Acuarelas “Paisaje Peruano: John Constable” 2004, segundo puesto en el Concurso Nacional de Acuarela a favor de UNÁMONOS en 1992,1995,1999 entre una treintena más de premios y distinciones, habiendo sido nombrado Arequipeño del Bicentenario el año 2021. Mientras tanto desarrolló su carrera como maestro, llegando a ser docente principal en la Universidad Nacional de San Agustin y obteniendo los grados de Maestro en Arte y Doctor en Filosofía.

Los premios y reconocimientos son sin duda importantes, pero aquello que nos habla de la trayectoria de un artista es su obra. Ricardo Córdova es el pintor arequipeño que ha llevado al plano universal el paisaje local, tomando distancia del carácter bucólico o pintoresco de sus predecesores, estudia con detenimiento el paisaje arequipeño, explotando su luminosidad y representándolo como si fuese un abstracto. Fue el primero en pintar los coloridos muros de sillar del Monasterio de Santa Catalina, tema que después se convertiría en un leitmotiv para los pintores arequipeños. Su innovadora representación de techos y fragmentos arquitectónicos contra cielos coloridos, gárgolas y campanarios en los muros de sillar o candados antiguos en portones de madera cual solitarios personajes, iniciaron toda una tendencia en la pintura local de esos años.

Desde sus inicios Córdova tiene una preferencia por los interiores, ventanas o puertas de su casa, de su taller, de su mundo íntimo que se innunda de luz. Los años 90 son también de juvenil búsqueda pero de continuidad temática. Continúa trabajando la arquitectura arequipeña solitaria mientras que incursiona en el expresionismo con la serie Arequipa a Color en la que distorsiona nuestra arquitectura y la presenta con un gran colorido, serie que tendrá también seguidores. Los Nocturnos, paisaje urbano nocturno, luces, personajes y calles en la penumbra, fue una notable serie que lamentablemente no continuó. Trenes vetustos y chatarra se nos presentan a manera de retratos, de personajes con presencia única mientras que continúa pintando paisaje arequipeño. En general la ausencia de personajes es una característica de su obra, sin embargo, cuando realiza figura humana lo hace de forma magistral como los músicos de jazz de estos mismos años con retratos de genios que el artista, melómano confeso, admira con devoción, como Miles Davis, Keith Jarreth y John Coltrane.

A partir del año 2000 vemos sus primeras series de interiores, ventanas y puertas, nuevamente de su entorno cercano, en especial de su hermoso taller en Tingo nos muestran paisajes en el exterior, a veces son cielos o paisajes marinos que difícilmente se verían fuera de una ventana de sillar: son pues dos mundos paralelos, el de la realidad y la imaginación. El mundo exterior que presenta va evolucionando, la serie “A la Pintura” nos muestra fuera de estas ventanas homenajes a pintores contemporáneos como Kline, Basaldella, Romiti, etc, mientras la luz continúa invadiendo y jugando con los exteriores. La serie Transfiguraciones con la que finaliza la primera década del siglo presenta estos mismos interiores barridos, desenfocados, en que la incierta presencia de la representación es inquietante. No existen otros artistas en el mundo que tengan una propuesta similar a Transfiguraciones, una de las series más importantes de Ricardo Córdova. Son notables sus bodegones de gran formato, nuevamente presencia solitaria de un enorme y hermoso choclo, un atado de espárragos, una alcachofa, una familia de peras, un frutero que lejos de ser realismo fotográfico representan las imágenes tal cómo las ve el ojo humano y son de una presencia conmovedora.

En la siguiente década la búsqueda lleva al artista a retomar la figura humana nuevamente con la temática de la música que le es querida con la notable serie A la Música, de dibujo y acuarela en la que representa a sus artistas favoritos. La técnica al servicio de la expresión: retratos vívidos con fondos de cargado color, algunos de un realismo sorprendente, otros intencionalmente inacabados en los que se evidencia el proceso del dibujo. Su preferencia por la soledad se refleja también en las marinas; sombrillas, o botes aparecen como personajes melancólicos , a veces también como visiones desde la ventana del artista. Los retratos de sus mascotas son un atisbo a la vida personal del Maestro. Esta se ve revelada en su plenitud en la serie de dibujo de gran formato que presenta en la Galería del Cultural: Álbum Familiar: fotos antiguas, en las que el artista niño se ve acompañado de sus padres, familiares, mascotas, superhéroes y acontecimientos convertidos todos en un cortejo fantasmal de sus recuerdos. Finalmente, en la serie Arquitectura-Abstracción el artista retorna a su búsqueda, ampliando el horizonte de la comodidad de sus ventanas hacia el las estructuras arquitectónicas de interiores y exteriores: la representación de lo real-irreal a manera de un abstracto: lo imaginario en la creación arquitectónica junto a homenajes a pintores abstractos, en los que la luz continúa jugando con formas intrincadas.

Pocos artistas como Ricardo Córdova han sido a lo largo de sus carreras tan disciplinados, reflexivos y estudiosos. Una vida personal apacible y familiar, una sólida formación académica y una predisposición por la introspección junto a una imaginación desbordante dan como resultado una obra sólida, continua, innovadora pero coherente con la razón de ser del artista. Además de las 53 exposiciones individuales, varias decenas de colectivas en varios países del mundo, bienales, es imposible mencionar con exactitud sus mas de dos mil obras entre óleo, acrílico, acuarela, dibujo, cerámica, arte objeto y fotografía. Tiene además varios autorretratos, siendo el primero de los trece años y varios durante las décadas posteriores. Ricardo Córdova es además maestro y referente de más de 30 promociones de artistas.

Este mes podremos apreciar sus óleos de gran formato que se encuentran en el Centro Cultural UNSA en Santa Catalina y sus dibujos y acuarelas en la Galería del Cultural , Melgar 109, gracias a un esfuerzo conjunto de las dos instituciones y sus directores los maestros Fredy Hurtado Araníbar y Javier Rodríguez Canales. Es una oportunidad inigualable para apreciar la obra reunida de quien es uno de los más importantes pintores arequipeños del momento.

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