La amenaza del fin de una tregua
Por: Carlos Meneses
“Queremos vivir en paz todos los peruanos y lo requerimos porque es la única forma, hasta ahora conocida, de alcanzar justicia para los más vulnerables. Hacer reformas que resulten indispensables en un país que reconoce que hay abismos por salvar y puentes por tender.”
La tregua es una forma de sacarse de encima, en una pugna de pareceres o de acciones, a quien tiene todas las de perder. Esa parece ser la manera de eludir responsabilidades de los violentistas que luego del 7 de diciembre, enfrentaron por la defensa de la democracia peruana Dina Boluarte, el Congreso de la República y la Policía Nacional con la solidaridad de la Fuerza Armada.
Pero entonces la mayoría de peruanos no supieron de la existencia del recurso de fuga que los agitadores procuraron frente a la firme posición de los defensores de la democracia. Ahora ya pasó el tiempo difícil para ellos y han vuelto a la carga anunciando que el 4 de enero terminará su original forma de rendición y pretenderán volver a inquietar a la ciudadanía, básicamente en el sur del país.
Puno lideraría el accionar repetitivo y la Tercera División del Ejército del Perú, con sede en Arequipa, será la encargada de poner las cosas en su sitio y evitar paralizaciones en carreteras o lo que se hizo en aeropuertos y calles, con un saldo de más de 20 muertos.
Se están adoptando las medidas que sean necesarias para mantener el orden público, asegurar la normalidad en carreteras y desde luego también en terminales aéreos.
Después de todo, los demócratas han resuelto permitir el adelanto de elecciones y hasta un referendo de consulta a la población para aprobar reformas constitucionales y llegando muy lejos hasta permitir un pronunciamiento respecto a una nueva Constitución.
Lo que sí no puede permitirse es que los perdedores de la aventura golpista crean que hay alguna posibilidad de cambiar la opinión mayoritaria de los peruanos en favor de la democracia occidental y cristiana.