¿Hay sentido de urgencia en el país?
Por: Luis Miguel Castilla, director ejecutivo de Videnza Instituto.

VIDENZA INFORMA

El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) revisará esta semana sus proyecciones macroeconómicas para presentar al Congreso de la República el Proyecto de Ley del Presupuesto para el 2024. En línea con la contracción registrada por la economía nacional en el primer semestre, se estaría revisando a la baja la previsión del crecimiento del PBI y anticipando una recuperación de la actividad económica para el año entrante.

En cuanto a la economía arequipeña, esta se contrajo 2.5% en el primer trimestre y registra la tercera tasa de desempleo más alta del país. Una mayor recuperación de la región dependerá, en gran medida, de que se retome con mayor convicción proyectos privados paralizados y se acelere la ejecución de obras públicas producto de un mayor acompañamiento técnico. Es preocupante que no se tome plena conciencia de lo que significa una nueva paralización de Majes Siguas II, ni que se aliente con mayor liderazgo la inversión minera.

La premisa básica detrás del “optimismo” del MEF es que las razones que explican la contracción del producto se estarían revirtiendo. Salvo la lógica incertidumbre asociada a la intensidad del Fenómeno El Niño, la demanda interna se recuperaría en un escenario en el que no se repetiría la convulsión social, el Banco Central de Reserva entraría en una fase de eventual relajamiento de la política monetaria ante un descenso de la inflación, y comenzaría a funcionar con mayor efectividad el estímulo fiscal y las medidas del Plan Con Punche Perú.

Sin embargo, este escenario “benigno” no está exento de riesgos. De haber un Niño moderado, estaremos creciendo en el año 1%, a lo mucho. Lamentablemente, el corolario de este escenario es el incremento de la pobreza a nivel nacional. En el caso de la pobreza en Arequipa, cabe recordar que esta aún se ubica más de siete puntos porcentuales por encima del nivel registrado antes de la pandemia.

El 2024 debiera haber una mayor recuperación económica, pero será difícil crecer a tasas elevadas sin cambios reales en la institucionalidad política que rige al Perú y sin reformas que encaren de manera más decidida los problemas estructurales que persisten. Entre ellos, la baja productividad, la elevada informalidad laboral y un Estado disfuncional que sigue trabando proyectos y sometiendo a los agentes económicos a costos de transacción que no tienen justificación. No podemos seguir atrapados en un fomento a la inversión privada con complejos y sin tomar decisiones impopulares.

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