Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes

Tengo un amigo y colega, calificado profesional, abogado y administrador de empresas, eficiente y probo funcionario público, leal a sus convicciones democráticas e ideológicas, arequipeño por los cuatro costados, afincado en la capital de la República, gusta de ascender al Misti nuestro volcán tutelar, de reunirse en sana juerga con compañeros de ideas políticas. Con quien sostengo una comunicación permanente y reuniones, en Lima como en Arequipa, conversamos de política, gestión pública, proyectos personales, marketing y otros temas. Últimamente, está concurriendo a costosas conferencias de coaching, aquél que enseña y entrena a personas, fortaleciendo la autoestima, confianza, seguridad, con el claro objetivo de conseguir con efectividad, cumplir retos, desarrollar habilidades y obtener resultados.

Me habla con un convencimiento contagiante, expone logros personales, con entusiasmo le otorga el crédito al coaching, decidiéndose dar cabal e inmediato cumplimiento a lo propuesto por el entusiasmador de individuos. Dentro de esas entretenidas e ilustrativos diálogos, relata cómo en una equis comarca, el rey, venía sufriendo de robos por diversas bandas que asaltaban a su pueblo.

Por lo que dispuso, tomar los servicios de una empresa para combatir a dichos grupos de facinerosos, después de un tiempo, acabaron con todas las organizaciones criminales. El consejero principal del monarca, hace un análisis de los pro y contra de esa paz conseguida, y de la existencia de la empresa exitosa. Le propone al gobernante, eliminarla, porque ya no se la necesita, dándose cumplimiento al consejo del coaching. Conclusión, la empresa, cometió el error de no crear la necesidad que le permitiese continuar existiendo.

De ahí, me habló de los resultados como indicador irrefutable de triunfo o fracaso; ejemplo Pedro Castillo, sin reunir las mínimas condiciones para ser Jefe de Estado, ganó las elecciones presidenciales, frente a otros postulantes con cualidades para un regular desempeño, pero, no resultaron elegidos. Conclusión: Pedro Castillo, es un exitoso, los otros candidatos, unos fracasados.

¿Eso es el marketing, hacer triunfar a quien carece de conocimientos, valores, habilidades, requisitos y experiencia?