Rerum novarum. Parte II
Por: Pedro Rodríguez Chirinos – Asociación RERUM NOVARUM
Vamos a compartir unas reflexiones que siendo un documento que tiene muchos años, siempre es nuevo y crea un compromiso social o la indiferencia, uno no queda igual al leerla. Ese documento marca una nueva etapa en lo social. Siempre en la misma línea doctrinal de la Iglesia, la cual no cambia hasta el día de hoy, pero se presenta nueva y fresca, como una reflexión seria de ser sociales de acuerdo con nuestra naturaleza.
Las “cosas nuevas” decía el documento, denunciaba una grave cuestión social, la injustica, que a pesar de tantos años siguen siendo en esencia igual. El enfrentamiento del capital y el trabajo, la explotación del hombre, el salario injusto, la falta de futuro de una inmensa mayoría de trabajadores. La pregunta es…¿no seguimos igual?
Hoy tenemos la necesidad de tener un derecho espacial, las ciencias cuánticas, las nuevas formas de propiedad, el capital, el trabajo, el ser humano pasa a ser un recurso más de producción sin importar su edad, sexo, o la nueva propuesta de género, condición familiar, y queda determinado solo por su eficiencia de trabajo, en vista de su capacidad de producir, todo indica que de ser alguien pasa a ser considerado una cosa.
Nos vemos obligados a resistir una concepción de la realidad atribuida por la fuerza o potencia, y no lograda mediante la energía de la propia razón y el ejercicio de la propia libertad. Hay que invertir los términos de ese principio y reconocer íntegramente los derechos de la conciencia humana, vinculada solamente a la verdad natural y revelada.
“En el reconocimiento de estos derechos consiste el fundamento primario de todo ordenamiento político auténticamente libre. Es importante reafirmar este principio por varios motivos:
a) porque las antiguas formas de totalitarismo y de autoritarismo todavía no han sido superadas completamente y existe aún el riesgo de que recobren vigor: esto exige un renovado esfuerzo de colaboración y de solidaridad entre todos los países;
b) porque en los países desarrollados se hace a veces excesiva propaganda de los valores puramente utilitarios, al provocar de manera desenfrenada los instintos y las tendencias al goce inmediato, lo cual hace difícil el reconocimiento y el respeto de la jerarquía de los verdaderos valores de la existencia humana;
c) porque en algunos países surgen nuevas formas de fundamentalismo religioso que, velada o también abiertamente, niegan a los ciudadanos de credos diversos de los de la mayoría el pleno ejercicio de sus derechos civiles y religiosos, les impiden participar en el debate cultural, restringen el derecho de la Iglesia a predicar el Evangelio y el derecho de los hombres que escuchan tal predicación a acogerla y convertirse a Cristo. No es posible ningún progreso auténtico sin el respeto del derecho natural y originario a conocer la verdad y vivir según la misma. A este derecho va unido, para su ejercicio y profundización, el derecho a descubrir y acoger libremente a Jesucristo, que es el verdadero bien del hombre.” (Juan Pablo II, Centesimus Annus, 1991)
Mientras con fe y esperanza, tratando de ser feliz y hacer felices a las personas, pero siempre con el temor de ver ese futuro no agradable. “Y pensar a ciencia y verdad nuestro porvenir. ¿Será como lo imagino o será un mundo feliz? …” (Charlie García, Bicicletas)