Para qué sirve la filosofía
Por: Rubén Quiroz Ávila – Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, profesor universitario

En la cadena evolutiva y la incesante competencia por la sobrevivencia fue el Homo sapiens quien tuvo la ventaja diferencial. Esa crucial y estratégica diferencia sucedió porque tenía una prerrogativa indiscutible: el pensamiento, esa extraordinaria facultad de abstracción y de resolver problemas con inteligencia y practicidad.

Los seres humanos destacaron gracias a la disposición de pensar. El pensamiento nos volvió relevantes. Por lo tanto, la reflexión incesante, la meditación responsable, son inherentes a nuestra especie para sostener nuestras competencias diferenciales. Todo ese conjunto de herramientas conceptuales que nos otorgan capacidades de mejora continua y la virtud de deliberar sobre nuestros propios actos se sintetizan en la filosofía.

La filosofía no es solo un curso escolar o un área del conocimiento, es la característica principal que define nuestras posibilidades de subsistencia como género. Hace que el talento se transforme en idóneo y sea virtuoso para la sociedad. Porque es autocrítico y fundamentalmente antiautoritario. Filosofar, además de ser una posición desde la vida, es indispensable en la construcción de nuestro humanismo. Debe formar parte de toda formación educativa temprana. Construye una competitividad responsable y que nuestra habilidad e ingenio individual estén al servicio innegociable del bien común. Esa dimensión ética de todo pensamiento es indispensable para la salud de la comunidad en la que cada ciudadano impacta. De ese modo, el filosofar no es un acto de privilegiados, es una condición que pertenece a todos y es la cualidad imprescindible para una convivencia saludable y, a la vez, capaz de corregir sus errores.

Ese es el poder del pensamiento crítico, su vigor honesto, su resistente rectitud. Hace que nuestras acciones sean sensatas, razonables e íntegras. Milenariamente ha sido la razón principal de nuestra pervivencia, es lo que ha evitado, muchas veces, nuestra autodestrucción como humanos, siempre con sus inmensas y persistentes contradicciones. La particularidad del ejercicio del pensar es nuestro atributo esencial, es profundamente individual y, a la vez, sustancialmente social. Es intrínseco a nuestra humanidad, nos determina, nos evita caer en las supersticiones más oscuras.

Filosofar es un gesto de resistencia contra todo tipo de poder. La filosofía te desengaña. Es una dimensión cognitiva que nos aterriza, nos obliga a deshacernos de nuestras creencias basadas en temores y amenazas. Nos entrena y advierte respecto de los fatuos iluminados que creen, a veces, haber alcanzado la verdad. Todo aquel que sostenga que ha encontrado la verdad única y definitiva es un tirano en ciernes. También filosofar es aceptar la posibilidad del desamparo epistémico, de no tener todas las respuestas, más bien, siempre muchas preguntas y más dudas, con una permanente e inflexible actitud crítica.

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