Sigue siendo difícil viajar en avión con tu perro

Por Gerardo Berdejo Cavagnaro – Presidente de la Asociación de defensa de los derechos animales, Proyecto Libertad.

Para mi viajar suele ser una experiencia muy agradable, salvo en algunos casos donde la atención al cliente es deficiente o también por ciertas políticas que implementan algunas aerolíneas como Copa Airlines.

Hace unas semanas viajamos a México en esta línea aérea y nos encontramos con dos problemas: El primero fue el caso de una señora que viajaba con un perrito pequeño en cabina y el otro caso fue la comida que sirvieron en el vuelo, que no era lo que esperábamos. El primer caso lo contaré a continuación y el segundo me lo guardo para la siguiente columna.

LA PASAJERA Y LA AEROMOZA NO SE ENTIENDEN

Antes de despegar se le avisó a la señora que debía poner al perro en su transporte y ponerlo debajo del asiento como si fuera una mochila más. La pasajera se molestó con la orden que le dieron e insistía en tener al perro en sus faldas sin meterlo en el transporte, negándose obviamente a ponerlo debajo del asiento.

El incidente, con discusión incluida, duró varios minutos e hizo que el vuelo se retrasara, porque si no acataba la orden, no despegábamos. Y aquí hay algunos puntos para reflexionar.

Las aeromozas eran panameñas y la pasajera era peruana. El tono de voz de la aeromoza no fue interpretado por la pasajera de buena manera ni tampoco le explicó por qué debía colocar al perro en el transporte y ponerlo debajo del asiento. Error de la aeromoza por carecer de habilidades blandas para expresarse mejor y error de la pasajera por no entender el código que utilizan las personas de otros países a la hora de expresarse. Ejemplo, para muchos peruanos, un español promedio habla muy tosco y es lisuriento. Fácilmente se puede ofender. Para muchos peruanos, un venezolano es demasiado cariñoso y a veces se piensa, erróneamente, que se está pasando de la raya.

En medio de la discusión que todos estábamos presenciando, el esposo de la pasajera fue más comprensivo y tolerante en todo momento tratando de encontrar una solución y acabar con el problema para que podamos despegar. Seguramente él sí entendía los motivos para que acatar la orden que le habían dado a su esposa.

Según los protocolos de vuelo, el despegue y el aterrizaje son los momentos más críticos, porque es cuando la nave puede fallar, de hecho, la gran mayoría de los accidentes aéreos suceden en estos dos momentos. Por eso es crucial velar por la seguridad de todos a bordo.

Entonces poner «bultos» debajo del asiento no es un capricho tonto. Se trata que en el caso de accidente, los pasajeros puedan tener las manos libres para utilizar los implementos de seguridad, se trata que ese bulto no salga volando por ahí y afecte la integridad de su dueño o de otros pasajeros; por nombrar las razones más importantes.

Entonces creo que sí la aeromoza hubiera sido más empática con una pasajera que viaja con un perro pequeño, le habría explicado que ponerlo debajo del asiento es por la misma seguridad del perro y no por un tema de desprecio por la vida de un miembro de su familia, como claramente lo interpretó la pasajera.

Afortunadamente a la señora pasajera se le bajó la cólera, entró en razón y acató la norma. Finalmente pudimos despegar.

Pero si profundizamos más en este incidente, está claro que existe una necesidad y una demanda clara de millones de personas alrededor del mundo que, o no viajan por no poder viajar con sus animales, o que abandonan, o los ponen en adopción por las trabas que ponen muchas aerolíneas; o como esta señora, que tomó el riesgo de hacer el trámite y viajar en cabina con su compañero de cuatro patas.

ES MOMENTO DE UNA REVOLUCIÓN

Así es, pienso que podría estar cercano el día en que al menos un avión de la flota de cada empresa modifique sus naves para que un porcentaje de sus asientos estén adaptados para llevar gatos o perros, pequeños o grandes.

La tendencia mundial nos dice que las familias ya no tienen tantos hijos como antes. La mayoría de países desarrollados o en vías de desarrollo, tienen entre 2 a 0 hijos; y al mismo tiempo cada vez más personas están eligiendo formar una familia con perros o gatos, sin hijos biológicos.

Y esto se ve reflejado en la economía, porque la industria de las mascotas, solo en la Unión Europea, factura más de 40 mil millones de Euros al año. Por otro lado, actualmente, en muchos países se puede viajar en Uber Pets, se puede entrar a locales comerciales con perros, se puede viajar en buses, en el metro o en trenes con nuestros compañeros de cuatro patas; y en líneas generales la cosa funciona bastante bien. Por eso creo que sí nuestra forma de crear familia ha cambiado, no considero jalado de los pelos que el medio de transporte masivo más eficiente del mundo haga modificaciones considerables en su infraestructura para poder viajar con perros de todos los tamaños. Creo que sería un boom que le podría traer grandes dividendos a las aerolíneas.

Este sería un tipo de inclusividad muy natural, provocado por un cambio cultural que haría felices a casi la mitad de las familias del mundo., que no es poca cosa.

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