Detengamos el daño a la Laguna Azul
Por: Luis Luján Cárdenas
Enclavada en medio de la selva, en el distrito de Sauce, a 35 kilómetros de la palpitante y comercial ciudad de Tarapoto, la Laguna Azul acaso sea la fuente natural tropical más famosa y visitada por los turistas en el departamento de San Martín. Y lo es por su belleza, biodiversidad, clima cálido y amabilidad de sus habitantes.
Muchos afirman que el paraíso del Perú existe en este punto verde, en la margen derecha del gran río Huallaga, cuyas aguas navegó el último explorador y naturalista peruano Manuel Antonio Mesones Muro (Ferreñafe, 1862-Chiclayo, 1930).
Pero no todo es felicidad. En las últimas décadas la Laguna Azul está sufriendo mucho daño. Según el estudio Sistematizacion y análisis de la información para proponer acciones de mejora al servicio ecosistémico hidrológico de los afluentes a la Laguna Sauce, San Martín, desarrollado por Anyella Karina Vela Ramírez y publicado en diciembre del 2020, son muchos y muy serios sus problemas ante la inoperancia, despreocupación e ineficiencia de las autoridades en sus distintos niveles de gobierno.
La investigación establece que “los principales problemas que afectan y amenazan el recurso hídrico-Laguna de Sauce y sus principales afluentes son: expansión de áreas agrícolas, deforestación, invasión de la faja marginal de la laguna, contaminación, sedimentación, disminución del volumen y superficie de la laguna, disminución de la producción hidrobiológica, incremento acelerado y desordenado de la actividad turística, conflictos sociales y falta de sensibilización de la población”.
Y a todo esto hay que agregarle que la población ha dicho ¡basta! y ha cerrado este fin de semana la vía de acceso al Sauce y la laguna, reclamando el asfaltado de la trocha de ingreso de 17 kilómetros, cuyo proyecto yace en el olvido.
Mientras tanto, continúa la tala de bosques y la correntía de agua de lluvia con sedimentos que colman la laguna, prosigue la inmigración de agricultores sin escrúpulos, se incrementa el comercio ilegal de madera, el turismo descontrolado contamina la cuenca, disminuye la producción hidrológica, la caza ilegal campea, el pueblo en nada se beneficia; en fin, el caos y la anarquía campean por doquier.