Ciencias, ingeniería, tecnología y gestión
Por: Darío Enríquez – El Montonero
Es un lugar común hablar de la educación como la clave para que nuestro país pueda salir del “trompo” en el que ha entrado desde hace más de una década. Un problema que se ha exacerbado en los últimos años tanto por la crisis sanitaria mundial como por la llegada al poder de políticos absolutamente improvisados, que no tienen la mínima preparación para tomar grandes decisiones y marcar el rumbo que requieren 35 millones de compatriotas.
También es usual reconocer el imperativo de formar más jóvenes en ciencias (duras), ingeniería y tecnología (digital), puesto que la carencia de profesionales con este perfil es más que manifiesta. Cualquier país que haya logrado emprender la carrera hacia el desarrollo ha debido invertir con mucho mayor énfasis en estas líneas profesionales. Sin embargo, se habla poco de la necesidad de contar con una formación complementaria conforme el joven profesional avanza en su trayectoria.
Más allá de la excelencia que logre y despliegue en su carrera de base, más temprano que tarde, el joven profesional en ciencias (duras), ingeniería y tecnología (digital) requerirá otras habilidades. Como parte de su crecimiento profesional deberá enfrentar la necesidad de hacer parte en equipos de gestión e incluso –tal vez más pronto de lo esperado– asumir su eventual liderazgo. Es ese el momento en que la posible carencia de una formación más orientada a personas, recursos no tecnológicos, gerencia y administración se hará patente.
Por ello, muchas escuelas politécnicas universitarias en el mundo han desarrollado en paralelo o asociadas a otras facultades, las denominadas “Escuelas en ciencias de la gestión” para cubrir esa necesidad fundamental en la formación complementaria que requieren sus egresados. Es cierto que en muchas mallas curriculares de pregrado en ciencias, ingeniería y tecnología se han incluido cursos que ofrecen una formación inicial en estos tópicos “menos duros”. Sin embargo, la asimilación de estos conocimientos es mínima si comparamos recibirlos en el pregrado con recibirlos si ya se cuenta con 5, 8 o 10 años de ejercicio profesional.
En el Perú, la escuela politécnica de mayor prestigio y logros es la Universidad Nacional de Ingeniería. Ni los más sombríos episodios de nuestra historia pudieron desplazarla de ese sitial de enorme mérito. Tampoco las infelices manos de quienes quisieron traficar con su prestigio en plena crisis sanitaria. La UNI emerge hoy con la fuerza, entusiasmo y excelencia de siempre, ofreciendo esa formación complementaria a nivel posgrado que nuestros jóvenes profesionales requieren. Y lo hace no solo orientándose a los egresados de ciencias, ingeniería y tecnología, sino también formando espacios educativos multidisciplinarios a los que se invita a profesionales de otras disciplinas que quieran integrar estos grupos enriquecidos por su diversidad de experiencias y origen.
Además de la multidisciplinariedad, la UNI apuesta por la transformación digital en el diseño de estos nuevos programas en Gestión. Finalmente, al orientarlos a la modalidad investigación-acción hace patente el compromiso que la UNI tiene con ese mundo real que tantas veces reclama la lejanía y hasta la indiferencia de la Academia. Se cubren seis líneas académicas en Gestión que responden al lema “Arte, ciencia y tecnología para el desarrollo humano”: 1) Microfinanzas e Inclusión Financiera; 2) Estudios Urbanos Multidisciplinarios; 3) Gestión de la Cadena de Suministro; 4) Emprendimientos, Innovación y Negocios (MBA en ingeniería y en tecnología); 5) Transformación Digital; 6) Ingeniería Educativa
Si queremos crecer, fructificar y desarrollar, la formación en ciencias, ingeniería y tecnología no basta. En principio es fundamental, pero luego la formación complementaria en habilidades “menos duras” es vital; sin olvidar la excelencia en lo previo, sino que reforzándolo. La UNI y su Escuela Central de Posgrado se hacen cargo de esta misión.