Turismo con responsabilidad socioambiental
Por: Luis Luján Cárdenas
Perú es un país donde el turismo puede representar su mayor fuente de ingreso fiscal y constituirse en el nuevo motor de la economía nacional, después de la minería y la agroexportación, dada su riqueza multicultural, geográfica, histórica y biodiversa.
Antes de la pandemia, nos visitaron cerca de cinco millones de turistas, dejando divisas por 4,700 millones de dólares; dos años después solo arribaron 850,000 turistas entre enero y octubre del 2020, una caída del 76.8%, según el reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Evolución del turismo en Perú 2010-2020, la influencia del covid-19 y recomendaciones poscovid-19, a cargo de Jorge Darias Vicent y Jaime Santiago Bucaram (2021).
Mas, el turismo interno está recuperándose, pero sin respetar una de sus principales fuentes de ingresos: la naturaleza y sus fuentes naturales de agua, como sucede con la Amazonía, donde existen 84 de 159 cuencas hidrológicas que posee el país.
Lagos, lagunas, ríos, cataratas, manantiales y humedales cuya belleza, pureza del aire, gastronomía, gente alegre y amistosa, en una exótica y megadiversa selva atrae a propios y extraños. Pero también es una tentación para empresarios sin responsabilidad socioambiental que acumulan ganancias sin importarles la pobreza del lugar ni mucho menos el hábitat y sus servicios ecosistémicos.
Para muestra dos botones: las lagunas Azul y Ricuricocha, en Tarapoto, departamento de San Martín. Depredadores de bosques, áreas que con la lluvia sedimentan las fuentes de agua; invasores de tierras sin respetar la faja marginal, que luego ejecutan millonarios proyectos inmobiliarios; motos náuticas cuya ruido altera la vida marina y costera; centros recreacionales cuyos aguas servidas discurren a las lagunas, etcétera, debido a la débil gobernanza turística y ecológica del Estado.
No todo es malo. En la Laguna Azul, la Universidad Nacional de San Martín ha logrado determinar la calidad de sus aguas que, dado su alto índice de contaminación, hace imposible el desarrollo de las especies hidrobiológicas, resultando solo para uso recreacional; la Asociación de Ecología y Turismo de Sauce (Adetursa), gracias a un meticuloso estudio integral, ha determinado conformar un grupo multisectorial que enfrente el problema con conocimiento de causa. Mientras que en la laguna Ricuricocha, el gobierno regional de San Martín lidera un grupo de trabajo también multisectorial, con compromisos específicos asumidos para mitigar el daño antrópico, mientras grupos de estudiantes universitarios de Ecología han iniciado una campaña de sensibilización y concienciación en el lugar. Pequeños, pero importantes pasos. El turismo no debe estar reñido con la naturaleza.