Por: Carlos Meneses

“Cada uno en lo suyo. Por eso no tenemos opinión favorable a que los serenos sean armados, lo que no significa que no tengan aparte de la palabra una vara en la mano para poner orden a los desalmados, pero una vara no es una bala y esa distinción debe ser precisada para que cada uno encuentre el lugar que le corresponda en la lucha contra la delincuencia de robo y asalto”.

A iniciativa de un funcionario de la Municipalidad Provincial de Arequipa, encargado de conducir el Serenazgo se ha puesto de moda una discusión alrededor si se podría permitir que quienes trabajan en tal servicio de la comuna puedan portar armas letales, al igual que los policías. La polémica tiene ese comienzo.

También debe reconocer que no existen antecedentes históricos de semejante afán, pues los serenos están destinados a colaborar en la vigilancia en favor de los ciudadanos mas no tienen autorización para detener, ni lugares para hacerlo y mucho menos para emplear balas.

Hay por cierto temor de que semejante decisión pudiera tener resultados negativos que se harían evidentes con la falta de una preparación psicológica y de técnica de la que si dispone el policía formado en escuela y entrenado para el uso de este tipo de acciones contra una delincuencia que, sobre todo, en ciudades como Lima, Callao y Trujillo están dando motivo a la intervención de apoyo de la Fuerza Armada a una Policía que no encuentra solución al problema.

El presidente del Comando Conjunto de la Fuerza Armada, quien estuvo en Arequipa a mediados de la semana pasada, Manuel Gómez de La Torre precisó que si son convocados por el presidente de la República, los militares no se negarán a prestar apoyo a la Policía Nacional del Perú.

Desde luego, los marcos de acción de la Policía y de los militares serán diferentes, pues la responsabilidad de mantener lucha contra la delincuencia seguirá siendo de la Policía, pero los militares pueden dar otro tipo de apoyo que no sea responder con fuego a asaltantes o a ladrones reales o supuestos.