El arte de adelantarse al futuro

Por: Berit Knudsen – El Montonero

Los medios de comunicación y las redes sociales están colmados de mensajes, noticias y denuncias sobre las innumerables irregularidades, infracciones y delitos cometidos por el desgobierno de turno. El gobierno, por su parte, nos inunda con esa avalancha incontrolable de “distractores” con los que busca engañar, confundir, aturdir y atemorizar a la población. Qué mejor que una cuadrilla de ronderos a caballo, con machetes o sin ellos; un presidente hablando a la multitud fuete en mano, muchedumbres convocadas y financiadas por el propio gobierno con agresivas marchas para desarticular a la oposición.

En la arena política la noticia del día, fracción reciente del pasado, se multiplica en las redes generando “ruido”. Muchos mensajes de los políticos parecen explicar cómo apagarán el último incendio o cuál es la hoguera más urgente. El Congreso de la República no la tiene fácil, todos lo sabemos, pero tal vez podrían ensayar un breve alto al fuego para evaluar la situación, sincerar sus posiciones y desarrollar una estrategia.

En las empresas se trabaja con indicadores históricos en base a los cuales se analizan y evalúan tendencias para determinar objetivos y desarrollar estrategias. Simulando escenarios, resulta posible hacer proyecciones, predecir en base a tendencias y abastecer una demanda futura. Las empresas capaces de adelantarse al futuro o por lo menos imaginarlo suelen lograr sus objetivos.

Aunque no hay mucho que puedas hacer acerca de las tendencias o los cambios… puedes asegurarte una reacción oportuna a tales fuerzas.

“Vacancia ya” es el estribillo que caló en la población que votó por la libertad y la democracia. Pero el tiempo ha demostrado que hacer realidad ese reclamo es más complicado de lo que suponíamos, generando una sensación de desaliento. “Renuncia ya” por el contrario, hace recaer en el mandatario toda la responsabilidad.

Desde agosto fue evidente la necesidad de impedir la permanencia de un gobierno que auguraba lo que hoy vivimos. Pero la vacancia, entendida como el proceso con la fórmula 26/52/87, es una alternativa hasta hoy inalcanzable. No ha sido posible conseguir 52 votos del Congreso, lo que es lamentable porque esos votos hubieran permitido ejercer el derecho a demandar del presidente “una rendición de cuentas” (Artículo 31 de la Constitución), como punto de partida en defensa de la democracia. Esa vacancia que nunca llega genera frustración en esa población que se va incrementando en solo siete meses con niveles de desaprobación al gobierno de 74% según algunas encuestadoras.

En un escenario utópico de vacancia inmediata… ¿Luego qué? Enfrentaríamos al mismo JNE solo que hoy cuenta con tres miembros y no cinco; se repetirán las mismas irregularidades que el informe de la OEA menciona sin dar importancia; volveríamos a presenciar otro carnaval electoral atestado de outsiders, con la ausencia de verdaderos partidos políticos; podemos agregar, que en ese ilusorio escenario se haya producido un cambio en la presidencia del congreso. Panorama similar que se vislumbra para las elecciones regionales.

En ese contexto, somos testigos de la perseverancia de los colectivos ciudadanos que siguen luchando por la defensa de la democracia. Surgen agrupaciones que desde las tribunas de la sociedad civil se adelantan a escenarios futuros: el No a la Asamblea Constituyente; movimientos para promover el nombramiento del pleno del JNE; propuestas para la próxima presidencia del Congreso y diversas iniciativas legislativas. Pero aún quedan cabos sueltos. Los problemas que vivimos en las anteriores elecciones atestiguan la ausencia de un verdadero Código Electoral; dudas sobre el sistema informático de la ONPE; infracciones a la constitución de todo tipo; partidos políticos que no son capaces de unirse por el bien del país y otros temas que de no ser resueltos nos llevarían a un nuevo proceso electoral irregular.

Hay mucho trabajo por delante. Defender nuestros derechos y libertades es una ardua labor que requiere de estrategias de corto, mediano y largo plazo. Por contradictorio que pueda parecer el tiempo puede estar jugando a nuestro favor, siempre y cuando sigamos avanzando con pequeños pero importantes triunfos a favor de la democracia.

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