EL GENIO ANDALUZ…
Por: Mg. Julio Lopera Quintanilla – Centro Cultural UNSA

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez es el más alto exponente de la pintura barroca de España, es el más grande genio de la pintura universal. Nació el genio andaluz en Sevilla un 6 de junio de 1559. Fueron sus padres el notario eclesiástico don Juan Rodríguez de Silva de origen portugués y la sevillana Jerónima Velázquez Buen Rostro ambos provenientes de familias hidalgas, pero pobres.

El pequeño Velázquez quien contaba entonces con siete años ingresó al taller de Francisco Pacheco donde se formó en el arte de la pintura. Con Pacheco adquirió al mismo tiempo una vasta cultura y tuvo la oportunidad de conocer y compartir con los más importantes artistas e intelectuales de la Sevilla de la época.

Velázquez, en los tiempos de su juventud inició el camino del arte en su Sevilla natal. La etapa sevillana corresponde a su época de naturalismo tenebrista, en ese tiempo pintó obras en claro oscuro con gran realismo fotográfico, obras excepcionales sobre estampas populares, su trabajo de esa época está señalado por la influencia del Caravaggio y de los pintores flamencos. De esa época datan: “La vieja friendo huevos (1618)”, “La adoración de los magos (1619)”, “El aguador de Sevilla (1620)”,

A los 24 años con el pretexto de conocer la Colección Real de Pinturas, el joven Velázquez se trasladó en 1662 a Madrid. El pintor gracias a los contactos de Francisco Pacheco pudo acceder a don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde- Duque de Olivares quien era a la sazón valido del rey Felipe IV. El valido del rey fue el valedor del joven y jugó un rol importante para que Velázquez sea nombrado Pintor del Rey. Demostrando Diego un talento sin parangón, cuatro años después fue ascendido a Pintor de Cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte. A este trabajo dedicó el resto de su vida.

En 1629 llega a Madrid un pintor de gran fama, el gran Pedro Pablo Rubens quien tuvo una gran influencia en la decisión de Velásquez de realizar su primer viaje a Italia. En Italia pudo conocer la obra de pintores más antiguos. Por la influencia de la pintura veneciana se fue alejando del claro oscuro a medida que iba adquiriendo un estilo más colorido. Las obras de Miguel Ángel influyeron en el sevillano, una gran muestra de ello es: “La fragua de Vulcano (1630)”

Velázquez en Italia se adelantó 200 años al curso de la historia cuando ejecutó la “Vista en el Jardín de la Villa Médicis”, en Roma (1649-1651, óleo sobre lienzo)” precedente y referente del impresionismo de enorme importancia.

Entre las obras culmen del genial sevillano destacan nítidamente: “Las Meninas o la familia de Felipe IV” y “La rendición de Breda”

“Las Meninas o la familia de Felipe IV” es una obra incomparable del sevillano y más aún la principal de sus obras cumbres. El tema de la composición es una escena doméstica que tuvo lugar cuando la pequeña infanta Margarita de Austria ingresó rodeada de su pequeña corte al taller del pintor. En la pintura la infanta aparece franqueada por dos niñas de la nobleza que la atienden, también se encuentran cerca dos enanos que tienen la misión de atenderla y hacerla jugar y reír. María Faustina Sarmiento quien aparece al lado derecho de la infanta le ofrece de beber agua en un bucarito e Isabel de Velazco quien aparece al lado derecho le hace una respetuosa venia. Cerca a Isabel de Velazco y un poco más adelante se halla Mari Bárbola la enana que atendía también a la infanta junto al entrañable Nicolasito Pertusato el noble niño enano de origen italiano que aparece con el pie sobre el lomo de un perro admirablemente ejecutado.

Detrás de Mari Bárbola encontramos con traje monjil a Marcela Ulloa quien tenía a su cargo el cuidado de las niñas al lado de un guardarropa de la reina. Hacia el lado izquierdo y detrás de María Faustina Sarmiento se encuentra Diego Velázquez pintando en su caballete una composición que no puede verse, pero que en la opinión de algunos críticos de arte a quienes está pintando Velázquez son los reyes Felipe IV y a Mariana de Austria, cuyo reflejo aparece en el espejo que cuelga en la pared, debajo de dos pinturas de Juan Bautista Martines del Mazo, yerno de Velázquez.

Diego Velázquez, consciente de su valía y grandeza se retrató en un tamaño mayor que el de los personajes de la realeza y de la nobleza y lleva en su jubón la cruz de Santiago, cruz a la que aún no tenía derecho.

Al fondo del cuadro se ve a José Nieto Velázquez, Aposentador de la Reina, quien aparece retirándose de la habitación y subiendo ágilmente por una escalera que da a la puerta del taller. La luz que se irradia desde el exterior de la habitación, tiene un papel muy importante para la creación de la atmosfera y la formación de la perspectiva. En este óleo sobre lienzo de 318 x 276 cm.

Sobre la cruz de la orden de Santiago que aparece sobre el jubón de Velázquez en “Las Meninas”, la leyenda cuenta que Felipe IV la pintó. Se sabe además que el andaluz llegó a ser enterrado con el hábito de la orden del apóstol Santiago, orden a la que solo pertenecían los nobles.

Para la consecución de sus grandes aspiraciones, jugó también un papel de gran importancia, el éxito que tuvo en su carrera en la corte que culminó cuando llegó al más alto cargo: Aposentador Mayor de Palacio.

Otra de las obras fundamentales del sevillano es: “Las Lanzas o la Rendición de Breda”, una obra pictórica incomparable de género histórico. Tiene como tema la rendición de Breda que tuvo lugar después de la batalla de Breda en la que los holandeses fueron derrotados por los españoles.

En esta obra excepcional el genio andaluz mostró su lado más humano al presentarnos a Ambrosio Spínola, capitán del ejército español vencedor en Breda, como un hombre extraordinariamente humano que en circunstancias de una capitulación pudo mostrar al jefe del ejecito derrotado, al capitán Justino de Nassau, una comprensión, una compasión y un respeto tan grande que hizo que evitara e impidiera que el holandés se humille arrodillándose cuando este entregaba las llaves de la ciudad.

La obra fue pintada en 1635. Es un óleo sobre lienzo de 307 x 367 cm. Fue encargada por el Conde-Duque de Olivares para decorar el Salón de los Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid, España.

Destacan entre sus obras magistrales las pinturas de los enanos bufones de la corte, que nos permiten acercarnos de nuevo a la enorme humanidad del pintor, que supo ver en los bufones algo más allá de la dimensión cómica que tenían esas personas, llamadas en la corte “los hombres del placer” Son entrañables El Bufón llamado Don Juan de Austria (1632)” quien padecía de esquizofrenia, “ Francisco Lezcano, el niño de Vallecas (1636-1664)” quien padecía de cretinismo y oligofrenia, “El bufón “Don Diego de Acedo, el primo (1644)” un bufón aficionado a la lectura del que se decía era pariente del pintor, “El bufón Calabacillas (1636-1638)” que era un enajenado, “Don Sebastián de Morra” (1643-1644)” bufón colérico que estuvo al servicio del príncipe Baltazar Carlos y el “Retrato Pablo de Valladolid (1633)” el retrato de un artista que más que un bufón era un actor y un declamador.

Entre los retratos famosos del sevillano son emblemáticos el “Retrato ecuestre del conde-duque de Olivares (1634-1638), el retrato que hizo del príncipe Baltazar Carlos” “El Príncipe Baltazar Carlos a caballo (1635)”, “Retrato de Isabel de Borbón (1628-1636)” entre otras grandes obras.

Velázquez cultivó también el género religioso siendo un magnífico exponente de este género “El Cristo crucificado (1632)” encargado para las monjas Benedictinas del convento de San Plácido de Madrid que encendió la fe del brillante poeta Miguel de Unamuno quien escribió el libro “El Cristo de Velázquez”.

Velázquez también cultivo el género mitológico, magníficos exponentes son los geniales: “El triunfo de Baco o los borrachos (1628)”, “Mercurio y Argos (1659) “, “El Dios Marte (1638-1640)”, “La Venus del espejo (1648-1650)” y de forma muy especial “Las Hilanderas o la fábula de Aracne (1657)”.

Diego Velázquez quien falleció en Madrid el 6 de agosto de 1660 resume todo el conocimiento de la escuela sevillana y va más allá; el pintor de la perspectiva aérea llegó a pintar hasta el aire, Velázquez llegó hasta lo imposible e impensable, llegó a pintar las horas.

Diego Velázquez fue llamado: “El pintor de los pintores” por el genial maestro impresionista Edouard Manet quien también afirmó de la obra de Diego Velázquez en una carta que dirigió a un amigo cercano: “Solo por ver a Velázquez vale la pena el viaje a Madrid, a su lado los demás pintores parecen meros aprendices”

DATO

La mayor parte de las obras de don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez se pueden apreciar en el Museo Nacional del Prado de Madrid, España.

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