Merecido homenaje, necesario recuerdo
Por: CECILIA BÁKULA – El Montonero

El 8 de septiembre de 2022, a los 96 años, falleció la Reina Isabel II. Y si bien leeremos esta nota cuando su funeral esté casi iniciándose, siento que para los de mi generación –que crecimos y vivimos teniendo en ella a la imagen de la estabilidad de la monarquía en tiempos de cambios, de convulsión política y de transformaciones que no parecían pensables en los años de su juventud– es justo escribir unas líneas de homenaje y recuerdo.

Elizabeth Alexandra Mary Windsor nació en la ciudad de Londres, el 21 de abril de 1926, del matrimonio de los duques de York quienes, sin esperarlo siquiera y debido a la abdicación del rey Eduardo VIII, asumieron el trono británico como Jorge VI e Isabel. A partir de ese momento, cuando corría el año 1936, la vida de la princesa Isabel daría un vuelco radical, más radical que el de su hermana Margarita. Ella asumiría con inmensa y profunda responsabilidad lo que la historia le había deparado, sin preguntarse las razones, la conveniencia, lo oportuno, lo justo o lo que ella deseaba o no de esa nueva situación. Y fue el sentido del deber lo que primó por encima de cualquier otra consideración y la percepción que el mundo ha tenido de Isabel II ha sido esa; la de una mujer que pudo ordenar todo, absolutamente todo para que el cumplimiento del deber fuera la primera prioridad siempre.

Todo lo demás, incluyendo su propia vida, su familia y su entorno, pasará a un segundo plano ante los supremos intereses de la patria, del Estado y del bien común que recaen en sus manos. Destacaba, además, por ser sumamente reservada en público y por esmerarse en mantener una gran discreción respecto a sentimientos y opiniones. En la perspectiva de su vida, todo ello parece fácil, pero la reina Isabel, era una mujer de carne y hueso y, a nivel personal y familiar, vivió grandes crisis, profundas decepciones, hondos dolores y nada de eso se cura o desaparece ni con honores ni con dinero, solo se esconde en lo profundo de la intimidad, pero igual duele, igual pesa.

La reina tuvo que foguearse duramente durante la Segunda Guerra Mundial en la que Inglaterra tuvo un rol de gran importancia, gracias en cierto modo a la postura inflexible del entonces joven Winston Churchill quien fue un opositor radical a los planes de Hitler, aun cuando tuvo ello un alto costó para el reino Unido y en ese universo, la princesa Isabel destacó por su desempeño en el ejército en el servicio de tierra. Allí conoció directamente las penurias del pueblo y la tragedia de la guerra.

Isabel II gobernó durante siete décadas y pudo enfrentar los cambios y transformaciones más sustanciales que el mundo ha vivido en el último siglo. Conoció los cambios de tecnología más sorprendentes y que hoy casi dejamos de reconocer como una novedad; gobernó con quince primeros ministros entre los que destacaron personalidades de gran vigor y calidad como Winston Churchill, Tony Blair, Harold MacMillan, Harold Wilson, entre otros y Margaret Thatcher con quien fue difícil una relación que superara lo estricta y políticamente correcto. Cabe señalar que asumió la corona a la muerte de su padre en 1952 cuando ella tenía 26 años y estaba ya casada con Felipe de Grecia y Dinamarca, con quien tuvo cuatro hijos. Felipe murió en el 2021 y ello fue, sin duda, un duro golpe para la reina.

Elizabeth Truss, la Primera Ministra del Reino Unido, quien de acuerdo al protocolo británico era la encargada de transmitir oficialmente la noticia del deceso de Su Majestad

y quien, aparentemente fue la última persona ajena al más cercano entorno de la reina con quien mantuvo ésta una entrevista, expresó que Isabel II fue la roca sobre la que se construyó el Reino Unido moderno, conformado por la mancomunidad de 54 naciones que integran lo que se conoce como el Commonwealth.

Siguiendo el estricto protocolo británico, que estaba incluido en lo que se ha llamado la operación “London Bridge”” establecida ya con anterioridad y plenamente conocida, aún por la misma reina desde tiempo atrás, una vez que se produjo y confirmó el fallecimiento de esta querida y longeva reina, quienes estuvieron en ese momento, debieron saludar al nuevo gobernante con la frase “God save the King” al nuevo monarca Carlos III de casi 74 años, quien dejó de ser el príncipe heredero para asumir de inmediato la condición de rey, no obstante será coronado, quizá dentro de un año en una ceremonia de gran significado político, histórico y religioso. El nuevo monarca asume una ansiada responsabilidad para la que presumiblemente se ha preparado toda la vida, no obstante, las condiciones en que ejercerá su mandato no le serán del todo fáciles.

El Reino Unido y de muchas manera el mundo está de luto pues más allá de gustos o preferencias hacia ella y su manera de conducir los destinos de su nación, de sus muy buenos o malos momentos, Isabel II ha sido un ícono en nuestros tiempos y logró mantenerse y destacar con un estilo propio que definió la manera de ser con la que los británicos, en una gran mayoría, gustan ser identificados. Esa identificación, pareciera que corre por líneas paralelas respecto al gobierno en sí y la monarca fue especialmente hábil para lograrlo. Millones de súbditos, seguidores de ella y amigos de la monarquía y del sistema británico, olvidarán ahora las crisis por las que ha pasado el reinado de Isabel II, se desbordarán a las calles y lo harán también por las redes que la modernidad de las comunicaciones permite para manifestar su pesar y el sentimiento de pérdida; se correrá un telón sobre algunos momentos e incidentes que quedarán borrados de la memoria colectiva para dar paso a los ritos del funeral con que se cerrará, con toda suntuosidad, reverencia y simbolismo, el fin de la era isabelina, de esta monarca que cruzó los siglos XX y XXI.

Así, quien correcta y oficialmente recibía el nombre de “Isabel II por la Gracia de Dios, reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de sus otros Reinos y Territorios, jefa de la Mancomunidad de Naciones y defensora de la Fe”, falleció, dejando tras de sí un mundo distinto al que conoció en sus años juveniles y estoy segura que a lo largo de su vida trabajó para dejarlo algo mejor al que le tocó recibir y gobernar.

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