La opresión femenina en “Persépolis”
Por: Matías Colán Vera – Exalumno del Bachillerato Internacional del Colegio Peruano Alemán Max Uhle

El ensayo reflexiona sobre la imposición y subyugación de patrones culturales machistas y el afán de reivindicación femenina en un contexto adverso.

La novela autobiográfica “Persépolis” (2000) de la historietista iraní Marjane Satrapi, manifiesta la opresión que sufre desde niña “una mujer” en una sociedad patriarcal con imposiciones culturales propias del islam como el uso del velo en sus distintas modalidades: hiyab, niqab o burka.

Estos símbolos representan la opresión del sistema machista tradicional, además de la presencia de limitaciones de oportunidades y la coerción de la libertad solo por el hecho de ser mujer. “¿Pruebas? Son numerosas: quitarse el hiyab durante visitas penitenciarias, defender a mujeres que protestan pacíficamente contra su uso forzoso y conceder entrevistas a medios de comunicación para hablar del arresto y detención violenta de esas mujeres” (Amnistía Internacional, 2020). De igual manera, la temática de esta obra expone la subyugación de la mujer dentro de la sociedad conservadora mediante la imposición de distintas normas tanto legales y preceptos éticos-religiosos para su control social.

La obra expone, en el contexto de producción, el intento de reivindicación del libre pensamiento y recuperación de derechos de la mujer a raíz de los cambios drásticos que ocurrieron a finales de los 70 en Asia del Sur, debido a la toma del poder por parte de los talibanes, ocasionando el retroceso en la lucha por la igualdad de género dentro de sus ciudadanos, ya que “más que en ninguna otra parte del mundo, a las mujeres de esta zona se las define por sus roles de madres o esposas” (NIUS, 2020). En Irán, los derechos que fortalecen al colectivo femenino no se han desarrollado al igual que en países primermundistas, en los cuales el sexo femenino posee mayor trascendencia sociopolítica. En cambio, los abusos y la violencia machista son situaciones que se han normalizado en el imaginario colectivo iraní. “Existe un extendido temor entre las mujeres (y los jóvenes) de que los talibanes van a poner fin a las libertades civiles de las que han disfrutado desde 2001” (El País, 2021). Es así que el sexo femenino ha sido subordinado al hombre, dado que las tradiciones conservadoras de la cultura islámica han otorgado mayor autoridad al varón, originando una hegemonía masculina, base para constituir un gobierno teocrático machista, con el propósito de someter a la mujer a un rol secundario dentro de la sociedad islámica.

Por otra parte, el acoso y abuso a mujeres por no respetar las tradiciones machistas impuestas en la sociedad a través de una prenda de vestir son moneda corriente “… Que si no quería que eso me pasara, sólo tenía que ponerme el velo …” (Satrapi, 2000, p. 83). En esta frase se alude al uso del velo, costumbre islámica, mediante la hipérbole y de la deixis personal “me”, se enfatiza la supeditación del sexo femenino frente al masculino a través de la inclusión de espacios psicológicos, en los cuales el hombre contempla únicamente a la mujer como objeto de deseo y sin mayor valor ético.

Así la mujer es sometida a cubrir su cuerpo de la vista masculina y de este modo protegerse para no exaltar la virilidad masculina y, por lo tanto, sufrir agresiones físicas o sexuales. Por consiguiente, la mujer se siente y es tratada como un ser inferior, vulnerable y, por ende, sin derechos a causa de las imposiciones culturales.

Del mismo modo, se demuestra el rechazo a las imposiciones culturales impuestas por el gobierno islámico, manifestando así el empoderamiento femenino luchando contra la desigualdad social entre ambos géneros. “En las calles había manifestaciones constantes a favor y en contra del pañuelo” (Satrapi, 2000, p. 10). La ilustración que compone esta frase expone mediante la utilización de la antítesis visual, la confrontación entre dos ideologías opuestas: la mujer conservadora enfrentando a la mujer progresista. También se muestra como la mujer se enfrenta a ella misma dentro de la sociedad, debido a que la cultura machista genera comodidad a través de la subyugación del sexo femenino perteneciente a una clase social. Sin embargo, esta subordinación se ve impuesta como una pérdida de identidad propia de la mujer, ya que dependen de las leyes impuestas por el hombre para ser consideradas parte de la sociedad. “Es decir, la manipulación es un fenómeno social, especialmente debido a que involucra la interacción y el abuso de poder entre grupos y actantes sociales.” (Van Dijk, 2006, pág. 52). Las viñetas presentan distintos contrastes de colores con los cuales se evidencia esta confrontación de ideologías en relación al rol de la mujer en la sociedad. Mientras que en las mujeres influenciadas por la cultura conservadora islámica predomina el color negro, donde las imposiciones machistas someten a la mujer en base a ideales sociales. En cambio en las mujeres progresistas destaca el color blanco, libre de la contaminación estereotipadas de los ayatolas.

De igual importancia, es manifestado el permanente rechazo de la sociedad tradicional ante algún sujeto de poder femenino, con el cual imponen el prejuicio de género y la inexistencia de toda influencia femenina. “Antes de mí hubo otros. – ¿Una mujer? – Yo soy la última-” (Satrapi, 2000, pág. 11). El diálogo enunciado utiliza el eufemismo para exponer el comportamiento misógino de la sociedad tradicional al presentarse cualquier situación donde la mujer intente ser el reemplazo o la sucesora de cualquier sujeto de poder masculino, llegando a ser acosada y denigrada. La mujer es apartada constantemente de puestos superiores en la sociedad para que el patriarcado mantenga el control de la sociedad y así evitar cualquier tipo de concentración que pueda intentar derrocar el sistema patriarcal dominante. “(…) o bien refleja, en efecto, la ley natural de la mujer subordinada, lejos de padecer los desmayos de la razón, se halla en completo acuerdo con el orden de la naturaleza.” (Calderón, 2005, p. 170).

La presencia de Satrapi influye en la sociedad tanto actual como en la obra, debido a que es representada como el símbolo de la salvación y del cambio al no verse afectada por los ataques insinuantes de los personajes masculinos que la merodean.

Se puede afirmar que la cultura conservadora presente en la obra Persépolis, expone la subyugación de la mujer dentro de la comunidad. “Esta situación de opresión y marginalidad de la mujer es reconocida por los obispos del continente como resultado de los condicionamientos socioculturales,” (Corpas, 1980). Es así que la mujer se denigra ante la presencia del sexo masculino debido a que, por ser mujeres, pertenecen a una clase social inferior. Cabe destacar que la autora figura como otra mujer oprimida, pero, aunque posee un conocimiento acerca del poco impacto social de sus actos, reprende a cada sujeto de poder masculino mundial, demostrando así su objetivo: el levantamiento contra el gobierno patriarcal y el empoderamiento femenino mediante sus discursos y obras inspiradoras.

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