Otra década perdida: 2014-2023
Por: César Peñaranda – El Montonero

Con los años ochenta como referente más cercano, pues sin duda alguna fue una década perdida desde el punto de vista económico, el periodo 2014-2023 marcará para el país otra década de similar resultado. Luego de la estabilización e impulso de la economía en los noventa, en particular el bienio 1991-1992, con una política económica sustentada en el respeto a los fundamentos macroeconómicos y el inicio de reformas estructurales, en la primera década del presente siglo la economía experimentó crecimiento a ritmo creciente, que permitió alcanzar resultados socioeconómicos impactantes por todos conocidos, destacando por cierto en especial la significativa reducción de la población es situación de pobreza e incremento de la clase media.

Empero, a partir del 2011 la economía continúa creciendo a tasas aún altas pero a ritmo decreciente, hasta registrar una significativa disminución el 2014 en que el PIB tan sólo creció 2.4%, del cual no se ha podido salir hasta la fecha y que se mantendrá quizás a un ritmo menor el 2023. Concretamente, en el periodo 2014-2019 la tasa promedio anual de crecimiento fue 3.1%, con una mínima de 2.2% el 2019 y máxima de 4% el 2016 y 2018; luego tuvimos el terrible episodio del Covid-19 el 2020 en que el PIB por esa razón y el pésimo manejo sanitario y económico cayó 11.3%, para luego rebotar a 13.6% el 2021; finalmente, en el bienio 2022-2023 se retornará a las tasas bajas pues nuestros estimados son de 2.5 y 2.0% para el 2022 y 2023, respectivamente.

En consecuencia, el promedio anual de crecimiento del PIB para la década 20214-2023 será de 2.9%, totalmente insuficiente para atender y menos resolver los agudos problemas de empleo y pobreza. Como hemos señalado en múltiples ocasiones, según nuestro cálculo la tasa del PIB tendrá que estar al menos en el rango de 3.5%-4.0% para dar empleo a los aproximadamente 270,000nuevos trabajadores que anualmente se incorporan al mercado de trabajo y no variar el nivel de pobreza. Un escenario a todas luces inadecuado por cuanto corresponde no solamente generar las oportunidades de empleo anotadas sino además progresivamente sacar a los trabajadores de la condición de subempleo, reducir la pobreza y eliminar la pobreza extrema. Para ello la economía tiene que crecer a una tasa superior al 4%, que con un enfoque y manejo totalmente distinto al experimentado en la década señalada. Como veremos después, bien puede no solo lograrse, sino superarse con creces, la economía hoy puede crecer a tasa en el entorno del 6%, como se alcanzó en la década del 2000.

Desde el 2011 a la fecha hemos tenido seis presidentes y con ellos múltiples ministros y funcionarios en distintas dependencias del Ejecutivo. Ellos no solo no realizaron las reformas estructurales pendientes, sino que en muchos aspectos dieron marcha atrás, complicaron la dinámica económica con múltiples decisiones erróneas, buscaron mayor presencia del sector público en la economía y generaron exceso de regulaciones y trabas de toda naturaleza. Curiosamente algunos de los integrantes de esos gobiernos pontifican ahora sobre qué hacer, cuando no lo realizaron o peor aún lo complicaron en su oportunidad. En el periodo anotado también tuvimos la conformación de cuatro distintos integrantes del Congreso, que al igual que los ejecutivos de turno destacaron más por su performance negativa que por lo positivo que realizaron.

Cabe destacar y nítidamente diferenciar al gobierno actual que ha complicado severamente la situación política, social y económica del país, con clara tendencia a agravarla por su expreso sesgo de izquierda marxista-leninista-maoista, como ellos mismos lo han manifestado, con rechazo absoluto al sector empresarial privado e inquebrantable propósito de convocar a una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución, en particular el capítulo económico, en dirección a la ideología que profesan.

En este contexto, es indispensable revertir la tendencia cuanto antes pues cada vez será mayor la dificultad de realizarlo dado que se exacerbarán los problemas socioeconómicos y mayor será el costo social de corregirla. Por ello, en artículos anteriores invocaba no sólo a definir y concretar lo más pronto posible la salida política al actual entrampamiento, por cause constitucional evidentemente, sino también a preparar las políticas y acciones de corto y mediano-largo plazo que corresponde efectuar en el terreno económico para retornar a la dinámica de crecimiento con ritmo creciente y garantizar su sostenibilidad en el tiempo.

Esto último nos conduce a revisar los cimientos y motores del crecimiento para precisar qué amerita ser corregido o fortalecido. En el primer caso, los cimientos, corresponde examinar los aspectos institucionales como son el imperio de la ley, la estabilidad jurídica, la propiedad privada, los derechos de autor, la transparencia y universalidad de la información y la libertad de los agentes económicos de actuar e interactuar con total independencia con apego por cierto a la ley y ética; por otro lado, precisar que se mantenga el cumplimiento de los fundamentos macroeconómicos, que en simple significa una adecuada política fiscal-tributaria y monetaria-cambiaria. Es relevante resaltar que con el tema institucional se fortalece no solo la economía social de mercado sino así mismo la democracia, precisamente el sistema económico y político, respectivamente, sobre los cuales descansa la actual Constitución.

En lo pertinente a los motores del crecimiento tenemos que retomar la dinámica de la inversión tanto pública como privada, en particular la segunda por el peso relativo que tiene al representar el 80% de la inversión total, a la par con propender al incremento progresivo y permanente de la productividad, elemento este último que garantiza sostener el crecimiento en el mediano-largo plazo. La estabilidad y consolidación de las instituciones y fundamentos macroeconómicos permitirá hacer realidad la significativa cartera de inversión multisectorial e infraestructura existente, con efectos inmediatos en la generación de empleo y mejora de ingresos y por ende en la reducción de la pobreza, lo que a su vez coadyuva a incrementar la productividad amén de otras medidas como las reformas estructurales pro capital humano como la de la salud y educación que igualmente mejoran la productividad, lo que garantiza mayor rendimiento a las inversiones e ingresar así a un círculo virtuoso de mayor y mejor inversión con aumento de productividad-competitividad.

El día después no debe encontrarnos sin saber qué hacer y cómo ejecutarlo, por ende lo precisado de manera resumida en los dos últimos párrafos debe analizarse de manera exhaustiva y elaborarse detalladamente lo que corresponde efectuar de inmediato tan pronto ingrese un nuevo gobierno, pero con la intención que se tornen en políticas de estado no del ejecutivo de turno. Lo señalado involucra políticas, reformas estructurales y acciones de diversa índole que al margen del plazo que toma su ejecución y resultados deben en lo posible ponerse en marcha desde el primer día. Como dijo el premio Nobel de Economía Gary Becker, dejar que el mercado, no burócratas de escritorio, empiece a dar las señales correctas para una eficiente asignación de recursos y funcione libremente para permitir adecuada competencia, como fue lo realizado a inicios de los noventa al poner en simultáneo en operación las políticas macroeconómicas centrales a la par con la apertura del mercado y las reformas estructurales.

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